La exdirectora del concesionario La Venezolana, Angelis Quiroz, fue acusada de cometer delitos de legitimación de capitales, estafa continuada y asociación para delinquir. Ella responsabiliza a su padre, Jhon Quiroz, y a su socio, Ramón Briceño, de haberle «destrozado» la vida.
La empresa fundada por su padre es investigada por la estafa a más de seis mil personas en la compra de vehículos.
Ella estuvo detenida en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en El Helicoide hasta el pasado 1 de junio, cuando fue liberada con otros 38 presos, 17 de ellos presos políticos.
Usuarios de las redes sociales juzgaron su liberación, mientras ella asegura que afrontará los cargos pero señala que no es la verdadera culpable. Dice que la usaron como chivo expiatorio.
Indicó también que los vehículos en cuestión sí llegaron al país, pero desconoce su destino, y reveló que el gobernador del estado Vargas, Jorge luis García Carneiro, tiene vínculos con La Venezolana.
Dijo que fue implicada porque su papá le había regalado acciones de la empresa.
«Yo me encargaba del manejo de personal y nunca estuve vinculada a la venta de los vehículos ni nada. Tampoco era lo mío y no estaba en absoluto feliz de trabajar ahí. Cuando intervinieron la empresa, mi papá me sacó del país a la fuerza. Yo no quería irme. Soy abogado y había trabajado durante seis años en la administración pública, en auditorías. Quería saber qué pasaba y cómo podíamos actuar. No sabía qué estaba ocurriendo. Afuera de Venezuela, el 6 de junio de 2014, supe que estaba solicitada y que habían dicho en los medios de comunicación que había huido. No me fugué. Salí caminando normal. Nunca me oculté», dijo.
Contó que cuando tenía tres meses en Colombia su papá la «abandonó sin dinero, sin documentos, incomunicada».
«Desde que empezó todo, él me me dejó sola. Caí en depresión y 11 meses después, decidí entregarme. Logré, finalmente, comunicarme con él para decirle lo que haría. Pensaba que, entonces, él haría lo mismo. Cuando hablamos solo me dijo: ‘no eres capaz’, se rió y me colgó. Tuve que vender mi anillo de graduación para poder comprar un pasaje y regresar a Venezuela», añadió.
Indicó, además, que tras la intervención congelaron todos los bienes de la empresa y los personales: «Ellos quedaron desprotegidos jurídicamente, igual que yo. Yo no tenía millones, como se cree. Tenía mi salario nada más. Durante el proceso me robaron mi carro, mis cosas, hasta mi ropa«.
Redacción Maduradas con información de El Pitazo.
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