Los brasileños eligen este domingo 28 de octubre al presidente que dirigirá a la mayor potencia de América Latina durante los próximos cuatro años tras una dura campaña dominada por la rabia e imantada por el ultraderechista Jair Bolsonaro, favorito en las encuestas.
Bolsonaro, un ex capitán del Ejército, de 63 años, dirimirá la segunda vuelta con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, de 55. En la primera vuelta obtuvieron respectivamente 46% y 29% de los votos.
Las últimas encuestas, divulgadas la noche del sábado, dan a Bolsonaro de ocho a diez puntos de ventaja (54%-46% según Ibope y 55%-45% en Datafolha) sobre su rival.
Haddad acortó distancias (a mediados de octubre Bolsonaro le sacaba 18 puntos de ventaja), pero le habrá faltado tiempo para una eventual remontada, según los analistas.
Aun así, Bolsonaro llamó a sus partidarios a no bajar la guardia. «Las elecciones no están ganadas, tenemos que luchar hasta último momento», dijo el sábado en un video colgado en Facebook.
Los resultados deben conocerse en poco más de una hora luego del cierre, en este país con 147,3 millones de empadronados y donde la votación es electrónica.
Quien resulte electo sustituirá el 1º de enero de 2019 al conservador Michel Temer, el presidente más impopular desde el retorno de la democracia, que asumió en 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, del PT, acusada de manipular las cuentas públicas.
Más rechazo que adhesión
Haddad recibió apoyos importantes después que el domingo pasado Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-85), amenazó con virulencia a sus adversarios de izquierda: «O se marchan o van a la cárcel. Esos marginales rojos serán desterrados de nuestra patria», proclamó.
«Por primera vez (…) un candidato me inspira miedo. Por eso, votaré a Fernando Haddad», tuiteó el sábado el ex presidente de la corte suprema Joaquim Barbosa, que había conducido en 2005 el primer gran juicio de corrupción contra el PT.
El ex alcalde de Sao Paulo fue designado candidato en septiembre, en reemplazo del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), que purga una pena de 12 años de cárcel por corrupción.
Su despegue se dio sobre la base de millones de brasileños que se beneficiaron de las políticas de inclusión social de Lula.
Pero esa identificación disparó también su índice de rechazo, ya que para otros millones de personas Lula y el PT son sinónimos de manejes financieros turbios para mantenerse en el poder.
Bolsonaro ganó popularidad con las promesas de liberalizar el porte de armas para combatir una inseguridad galopante y de librar una guerra sin cuartel contra la corrupción.
Información de EFE
También puedes leer: