El presidente Nicolás Maduro arranca su controvertido segundo mandato con un panorama nada fácil, con una creciente presión internacional y una crisis sin precedentes que ha desatado una de las mayores migraciones de la región.
El exchofer de autobús se juramentó como presidente ante el Tribunal Supremo de Justicia en un hecho inédito y en abierto desafío a la Asamblea Nacional, que se negó a juramentarlo alegando que su reelección es ilegal.
Con el rechazo de la mayoría de sus vecinos de la región y la Unión Europea que no reconocen su reelección, aunque con el apoyo de sus estrechos aliados como Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba y Bolivia, el mandatario socialista deberá lidiar con más cuestionamientos y presiones de la comunidad internacional.
Maduro es indiferente a que se lo catalogue como un dictador y desmerita los cuestionamientos que hacen los opositores y la comunidad internacional al proceso electoral del 20 de mayo en el que alcanzó la reelección.
“Tenemos una legitimidad poderosa, histórica, pero además tenemos una legitimidad concreta de votos«, señaló.
«Tenemos una democracia fuerte», sostuvo el mandatario y anunció que durante su segundo mandato se concentrará en «impulsar los cambios que le hace falta a Venezuela» para alcanzar la prosperidad económica, sin mayores detalles.
La ONU proyectó que para este año cerca de dos millones de personas más podrían migrar de Venezuela e irse diferentes países de la región. Asimismo, el Fondo Monetario Internacional estima que en el 2019 la hiperinflación podría acelerarse y alcanzar 10.000.000 % y mantenerse la recesión económica.
Redacción Maduradas con información de AP
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