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¡HORROR! El calvario de una joven tras la desaparición del cuerpo de su abuelo muerto por covid-19 en la morgue de Bello Monte: “Fue un infierno”

La paramédico y estudiante de odontología Ginelly Cardona creyó que a su abuelo Eduardo Borrero lo habían enterrado en una fosa común. Durante 46 horas el cuerpo estuvo desaparecido en la Medicatura Forense.

Archivo

La noche del sábado 27 de marzo, Ginelly confirmó que los restos de su abuelo, quien murió por covid-19, serían trasladados a la Morgue de Bello Monte, pero el lunes 29 de marzo recibió la noticia de que lo iban a enterrar en una fosa común.

“Me dicen que van a poner a mi abuelo en una fosa, entonces llamo a un amigo que es funcionario, él dice que es su familiar y nos informan que nos van a dar un día más”, relató.

El martes 30 de marzo, un “gestor” que trabaja en la morgue le ofreció servicios privados de traslado, cremación y entrega el registro de defunción, para agilizar el proceso. “Le pedimos que queríamos ver a mi abuelo para confirmar que fuera él, pero esto nunca se concretó porque nos dijeron que no conseguían su cuerpo”.

“No sabíamos qué hacer, habíamos pagado el servicio del cementerio, pero no sabíamos dónde estaba, teníamos miedo de que se lo hubiesen llevado, nos dijeron que las fosas comunes están en el cementerio de El Junquito, son fosas de tres personas, y que los familiares solo pueden ir a reclamar el cuerpo después de 120 días que es cuando dicen que el virus ya no representa un riesgo”, agregó.

A las 7:00 pm del martes 30 de marzo, un funcionario les pidió las cédulas a Ginelly y su tía, quien encontró el cuerpo y ella tuvo que reconocer a su abuelo a través de una foto en el teléfono.

Según le explicaron, la desaparición fue porque hubo un error en la identificación del cuerpo. “Lo tenían en una lista, era el número 58, no se me olvida ese número, no tenía nombre”, afirma.

El miércoles 31 de marzo nuevamente les dijeron que no lo conseguían y esperaron hasta la 1:30 de la tarde que llegó el funcionario, que el día anterior las ayudó, para que encontrará otra vez el cuerpo. «Mi tía tuvo que volver a reconocerlo y finalmente pudimos llevarlo en la furgoneta al cementerio.»

«Para mí esto fue un infierno, es inhumano para las familias que están enfrentando muertes tan dolorosas. Es una falta total de Estado que da paso a los mercados negros y a las soluciones bajo cuerdas”, cuestiona.

Redacción Maduradas con información de Efecto Cocuyo

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