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¡TIEMBLA EL DICTADOR! Maduro toma medidas extremas ante tensión en los cuarteles

Momentos de tensión se viven actualmente en los cuarteles. Desde el alto gobierno podrán negarlo. Mirar a otro lado y decir como lo ha hecho el jefe del Ceofanb Vladimir Padrino que los profesionales de armas se mantienen apegados a la Constitución, o a la particular interpretación que dan de ella. Pero las decisiones hablan mejor que cualquier declaración de lo obvio.

El asunto es tan urgente que obliga al presidente Maduro a cambiar de súbito a los comandantes generales de la Aviación y del Comando Regional 5 de la Guardia Nacional, generales Giuseppe Yoffreda Yorio y Manuel Quevedo respectivamente. Eran decisiones que no podían esperar hasta julio. Simplemente había que tomarlas ya.

Nicolas Maduro en rueda de prensa (2)-002

Yoffreda era el oficial más antiguo del Alto Mando. Graduado en 1983, su tiempo de servicio activo fue extendido en julio del año pasado por decisión del propio Jefe del Estado. Llama la atención por lo tanto que de la noche a la mañana el mismo mandatario decida sacarlo del máximo puesto de comando del componente aéreo para enviarlo a calentar un escritorio en Corpovex. ¿Por qué Maduro perdió la confianza en Yoffreda?

Se debe destacar que durante la gestión de este oficial se produjo la detención de tres generales de su propia fuerza, señalados de instigar a la rebelión. También se adelanta una nueva purga de oficiales subalternos, descontentos con la situación política y social. Este estado de ánimo se expresa en los graffitis que constantemente aparecen en los baños de las escuelas militares y cuarteles así como en las intervenciones durante reuniones como la celebrada en el auditorio de la Academia Militar en abril, para convencerlos de que hay un “golpe de estado continuado” contra el heredero de Chávez.

En esta situación, tal parece que Yoffreda fue sacado de la Comandancia General de la Aviación porque no podía contener el descontento. Su bajo perfil durante esta crisis indica que tampoco estaba muy dispuesto a hacerlo. Está por verse si su reemplazo, el recién ascendido a Mayor General Eutimio Criollo podrá cumplir el mandato. A él tocará ejecutar los consejos de investigación para purgar del componente a excelentes oficiales, hastiados como el resto de los venezolanos por la corrupción, la impunidad y la quiebra del país. Por comentar sobre esto, por cierto, ordenaron un juicio contra los generales Carlos Millán, José Machillanda y Oswaldo Hernández.

La remoción del general de brigada Manuel Salvador Quevedo Fernández del Comando Regional 5 de la Guardia Nacional luce también como una especie de sanción por “déficit de lealtad”. Al igual que Yoffreda, fue transferido de un puesto de comando militar a una oscura posición burocrática, para la que no está formado: la presidencia de la Gran Misión Barrio Nuevo.

Durante todo este año Quevedo fue objeto de numerosas críticas en virtud de los excesos cometidos por su tropa al enfrentar a manifestantes en todo el Distrito Capital. Para este oficial la situación fue simplemente incontenible. Las protestas fueron tantas, tan prolongadas y extendidas en la geografía de Caracas y Miranda que fue necesario acudir a uniformados sin conocimiento en materia de orden público, muchos de ellos movilizados de otras regiones. Una cosa es el emplazamiento para Patria Segura y otra asumir el primer frente en lo que, según el análisis del propio comandante general de la institución, general Justo Noguera, es un conflicto asimétrico en desarrollo.

Las presiones sobre este general se evidencian en un detalle: durante sus últimos días en el Core 5 él mismo tuvo que comandar las operaciones en el terreno donde se desarrollaban, e incluso asumir funciones operativas antes que de supervisión. Para un oficial como Quevedo, la decisión presidencial de removerlo del Core 5 tiene profundas implicaciones profesionales. Pasó de ser el militar encargado de la seguridad ciudadana en la capital del país, con perspectivas a incorporarse eventualmente al Alto Mando de la fuerza, a estar despojado de toda tropa.

Su reemplazo, el general de brigada Fabio Zavarse, viene de estar al frente del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestros (Conas), unidad especializada y en expansión, que además de investigar los plagios en todo el país destinó importantes recursos a la infiltración de las marchas estudiantiles a partir de febrero de este año. Es un oficial de la promoción 88. En ambos casos, Maduro ha apostado a la lealtad como valor fundamental, y de allí los cambios. Por esta razón, el nuevo jefe de la Aviación declaró durante la transmisión de mando: “Cuente con la lealtad y el apoyo”. ¿Se atreverá a usar los cazas Sukoi para amedrentar a la población civil?

Con la remoción de Quevedo, Maduro sacó de la principal gran unidad de la GN a un oficial egresado de la Efofac en 1987. Es decir, este general obtuvo su grado de subteniente en el mismo patio y el mismo año en el que lo hizo Diosdado Cabello. Este dato es importante pues aunque Quevedo es de la GN y Cabello del Ejército sus estudios y primeros años de carrera se desarrollaron en forma simultánea. Cabello fue segundo de su promoción, Quevedo tercero. Ambos oficiales destacados. Esta contemporaneidad no puede ser omitida en ningún análisis sobre el problema militar en Venezuela, menos aún tomando en cuenta la fusión existente entre el partido de gobierno presidido por Cabello y la FANB.

Las decisiones de Maduro respecto a Quevedo y Yoffreda constituyen por decirlo así dos “golpes de autoridad”. Envían un poderoso mensaje a las tropas y a la oficialidad en cuanto a la preeminencia de su mando. Algo que era visto con cierto desdén en los cuarteles. Maduro lo sabía, y por eso en sus primeras intervenciones ante militares recordó permanentemente lo obvio: que además de Jefe del Estado es Comandante en Jefe. En este ámbito, como en ningún otro, las diferencias entre el actual mandatario y su antecesor son patentes.

El Presidente de nuevo ha roto la normalidad institucional. Los cuerpos militares están llenos de rituales y rutinas. En Venezuela se mantuvo la tradición de los ascensos y cambios de mando de las grandes unidades en julio, a pesar de algunos esfuerzos de Chávez en sentido contrario. Estos movimientos en la tercera semana de mayo son por lo menos anormales. Chávez conocía la vida militar e intentó “normalizar” la ruptura de las prácticas tradicionales, afectando a veces los ciclos de ascensos y retiros. La oficialidad en su mayoría lo aceptó pues veía al teniente coronel como un poderoso caudillo, surgido de sus propias filas. Maduro, en cambio, siempre fue ajeno a los cuarteles. Esta diferencia es clave para entender las reacciones que en un futuro puedan asumir los profesionales de armas.

Fuente: Javier Mayorca (Blog Crímenes sin castigo)
@javiermayorca Vía DT.

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