En vista de la crisis de transporte que se vive en Venezuela, unas nuevas unidades pasaron a sustituir a los autobuses y busetas en el traslado de pasajeros. Se trata de las perreras, unos vehículos improvisados de escasa seguridad.
Un trabajo de ABC reseña la forma en la que viajan los usuarios del transporte público en Venezuela tras el surgimiento de las perreras:
«Con la mitad del cuerpo fuera del camión viaja Lisbeth Carrillo, de 38 años y empleada del hogar, desde Chacaíto hasta Baruta. Doce kilómetros llenos de peligro, donde ella y otros 60 pasajeros hacinados en la parte de atrás del vehículo rezan para que un bache en la carretera no los haga volar y les quite la vida. Carrillo prefiere eso antes de que se haga de noche en Caracas y la inseguridad no le permita regresar a su casa, donde la esperan sus tres pequeños», comienza el reportaje.
En el texto se explica que la crisis económica, la hiperinflación y la escasez de dólares hacen el panorama más complicado, pues esto deriva en falta de repuestos de autobús, lubricantes y cauchos, lo que ha generado la paralización del 95% de la flota de autobuses en el país, por lo que comenzaron a utilizarse los camiones para carga de animales.
En Venezuela les llaman «perreras de la muerte» dice el artículo, porque hasta ahora la insegura modalidad de transporte ha cobrado 55 vidas y ha dejado 275 heridos, según cifras de la Asamblea Nacional.
El usuario Ernesto Sánchez consideró que «las perreras son una aberración» y «una ofensa a la dignidad del venezolano»: «El Gobierno nos hace montar como animales en camiones parecidos a una jaula donde trasladan ganado para poder llegar a nuestros hogares».
Otro problema que se suma a lo anterior es la falta de dinero en efectivo en las calles y los constantes aumentos. Los usuarios algunas veces terminan pagando con comida para llegar a sus casas por no contar con algunos billetes para ello.
«Yo he tenido que pagar el pasaje de la perrera con harina Pan, pasta, arroz o lo que tenga a la mano porque el banco solo da 100.000 bolívares en efectivo y cada pasaje me cuesta 40.000″, contó Magaly, quien debe ir de San Antonio hasta Caracas a trabajar.
De acuerdo con los reportes de usuarios, los transportistas han comenzado a aceptar transferencias bancarias (una opción también complicada debido al precario servicio de Internet) e incluso los puntos de venta.
En medio de esta debacle generalizada en la que se encuentra sumido el país, el riesgo no es limitante para que los niños, adultos mayores y mujeres embarazadas se vean obligados a subir a la parte trasera de estos camiones de carga que circulan sin ningún registro por las calles de Venezuela.
Redacción Maduradas con información de ABC.
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