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¡UNA TRISTE NAVIDAD! Pocos venezolanos podrán costear los «lujos» de la época decembrina

Mientras algunos venezolanos llevan un pino a casa y lo adornan para convertirlo en el árbol navideño de la familia y poner los regalos debajo de él, muchos otros optan por la tradición de hacer un gran escenario que recree el pesebre donde nació Jesús Cristo. Cualquiera de los dos sirven para recibir las cartas que los pequeños escriben, sean leídos por Papá Noél o el Niño Jesús, para pedir les traigan los regalos que deseen.  Será un milagro navideño si el venezolano lograra comprar adornos, luces, regalos y alimentos para celebrar esta navidad, pues hay un Grinch que en vez de verde es rojo y atenta no sólo contra la navidad del venezolano sino también contra su felicidad.

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Desabastecimiento, inflación, elecciones parlamentarias y “¿eso fue un disparo o un traqui-tranqui?” son los temas que rondan las conversaciones de los venezolanos.

Si se trata de los estrenos se piensa en comprar ropa usada o la misma del año pasado, pues las prendas están a precios de diseñador de moda. Planear cómo hacer hallacas sin quebrar en el intento es la nueva odisea de las madres venezolanas. Hacer manualidades o comprar algo barato para el amigo secreto, así sea un chocolate, para mantener viva la tradición. Considerar si es seguro y barato viajar para pasar las vacaciones con la familia fuera de casa. Considerar también si es barato quedarse en casa e invitar amigos. Ingerir bebidas alcohólicas con moderación no por cuestiones de salud sino por el precio de los licores. Gastar el aguinaldo en renovar la casa o guardarlo para futuras eventualidades. Esperar que no se vaya la luz a cinco pa’ las doce.

El venezolano debería tener el derecho de gastar el dinero de su trabajo en un gustico al menos una vez al año, y si no gastará en un lujo al menos lo hará en cosas buenas que puede compartir en familia: un buen pernil, unas buenas hallacas, buenos licores y buena ropa para estrenar. Al venezolano le gusta compartir y más si es con su familia pero no se limita a ella pues somos de los que caminan por más de una cuadra repartiendo abrazos a todo aquel que ve en la calle, y se comparten un trago y hasta un plato con hallaca, pernil, bollito y ensalada.

Ya se podrá imaginar al venezolano limitado a la hora de compartir y festejar por cuestiones que se le escapan de las manos, pero eso no lo derrota y aunque sea una pasa uva de un pan de jamón compartirá con un hermano venezolano para mantener viva el espíritu navideño.

¿Qué lujo se tomará el venezolano en estas navidades? No olvides dejarnos tus comentarios

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