El presidente Nicolás Maduro sigue haciendo el ridículo ante el mundo. Tal parece que los nervios lo tienen preso, desquiciado, hablando más pistoladas que nunca. Dice cada cosa… Si antes era el hazmerreír de todos, ahorita está de camisa de fuerza: no da risa sino lástima.
Durante lo que él juraba que sería una multitudinaria concentración en su apoyo en la avenida Bolívar, dijo que este 1 de septiembre en la tarde irá al cine con su esposa, Cilia Flores, a quien, por cierto, le dedicó unas edulcoradas palabras que lo pusieron aún más en ridículo, pues invitó a los presentes a que lo corearan en su intento de cantar: «¡Cilita, Cilita, la bonita, la bonita!».
Pero continuando con el tema del cine, el presidente se atrevió a invitar a todos los presentes en la concentración a ver una película en una sala de cine del Centro Comercial Sambil.
“Hoy en la tarde voy con Cilia al cine en el Sambil (…) ¿Quieren ir?”, preguntó Maduro, asegurando que un grupo de ciudadanos prefirieron ir a ese centro comercial que a la Toma de Caracas, convocada por la oposición.
Redacción Maduradas
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