En Venezuela un país de costumbres católicas, la Semana Mayor, o Semana Santa, dejó de ser hace mucho una temporada dedicada exclusivamente a conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo, a través del cultos como las misas y procesiones de imágenes santas. ¡Semana Santa en Venezuela es de playa, sol y arena!
Actualmente, una inmensa mayoría de personas aprovecha estos días de asueto para disfrutar a plenitud de los maravillosos y múltiples paisajes que adornan la tierra de Simón Bolívar, playas, montañas, sabanas, selvas, ríos, páramos, ciudades y hasta desiertos.
Este año, según afirma el ministro para el Turismo, Andrés Izarra, se han registrado “niveles récords de movilización” en los primeros días de este asueto cristiano. Las proyecciones iniciales – según el ministro “chévere” – estaban alrededor del 17% de crecimiento con respecto al año pasado, lo que corresponde a más de siete millones y medio de personas, cuenta DLA.
A comienzos de esta semana, diversos medios de comunicación mostraban titulares preocupantes: Caen ventas de trajes de baño por incremento de los precios. Aumentos en materia prima disparan precios en panaderías. Costo del pescado se incrementa 40% en apenas una semana. Precios de licores aumentaron 130 % en un mes. Aumenta el número de muertes violentas en todo el territorio nacional.
A esos titulares, se les podrían agregar las constantes informaciones que dan cuenta de la agudización de la escasez de alimentos, medicinas y otros productos de uso básico; y la cada vez más tirante situación política.
Con semejante desalentador panorama, aquellos que nunca han vivido en Venezuela se preguntarán cómo hacen sus ciudadanos para si quiera pensar en viajar y disfrutar de unas cortas vacaciones.
Teóricamente, ¿un país en crisis no debería mostrar una población replegada, deprimida, angustiada, quizá al borde de una explosión social?
Según el psicólogo social, Gilberto Méndez, el venezolano tiene una habilidad innata para ser feliz a pesar de las circunstancias. En una entrevista a El Semanario, el especialista dijo: “el componente sociocultural y el modelamiento de las familias antecesoras a las propias, han hecho del venezolano un ser que se mueve entre distintas cualidades y particularidades que nos diferencian al resto de las sociedades, características que además han contribuido a la pertinencia de la propia identidad nacional. Esto ha permitido que los estilos de afrontamiento se hayan hecho cada vez más consistentes para hacerle frente a las carencias que a nivel social se puedan encontrar”.
Méndez asegura además que “el humor, la alegría, la resiliencia y los propios mecanismos idealizados para hacer de un momento de espera el más ameno posible, es parte del gentilicio venezolano, así como la calidez humana con la que recibimos a quienes nos visitan, la alegría al encontrarnos con viejos amigos. Es muy fácil para el venezolano hallar momentos de felicidad, a pesar de cualquier crisis”.
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La guinda del pastel fue el recordatorio del psicólogo social de un estudio realizado hace tres años por la Universidad de Columbia según el cual, los ciudadanos de Venezuela son más felices que los de Alemania, El Salvador, Colombia y España.
“Existen suficientes motivos para creer que estos datos siguen vigentes, puesto que el venezolano logra autogenerarse estados de felicidad considerando la capacidad de resolución de problemas y de necesidades que se le presentan, así como dada la empatía originada en esos mismos aspectos de falta y compensación de situaciones, bienes y artículos en general”, señaló Gilberto Méndez.