Las industrias que procesan alimentos atraviesan su peor momento. La escasez de insumos, materias primas y repuestos está generando paralizaciones de líneas de producción, que se reflejan en el abastecimiento. La situación en las plantas es más o menos así: cuando no falta la materia prima para fabricar los alimentos, faltan los envases, tapas, empaques o etiquetas; o si no la tinta para imprimirlas y rotular los precios y las fechas de vencimiento. Si se corre con la suerte de tener todos los insumos, puede que la máquina se paralice porque le falta un repuesto. La operatividad en el sector industrial es bastante compleja actualmente. Si se cuenta con todo lo necesario para producir, el riesgo de que no haya electricidad, gas o combustible, o de que los trabajadores no se presenten, es bastante elevado.
Todo esto está trayendo como consecuencia que las industrias operen a la mitad de su capacidad instalada, o menos. El porcentaje de ociosidad se ha incrementado durante este año, fundamentalmente por la escasez de dólares para importar.
Materias primas como aceites, grasas, leche en polvo y trigo son importadas casi en 100% para la fabricación de los productos derivados: pan, pastas, aceites, margarina y otros.
La producción de rubros fundamentales como la harina precocida de maíz, el arroz, el azúcar y el café, dependen en gran medida de las importaciones para completar la cosecha nacional y atender los requerimientos de las industrias. La mitad de esas materias primas son de origen extranjero.
Además las resinas para la producción de bolsas, envases y botellas, así como las tapas y hasta las etiquetas, son importadas, pues la producción nacional de plástico ha bajado.
Igualmente ocurre con las latas de aluminio para la leche en polvo, el atún y otros productos. Según Cavilac actualmente la industria láctea cuenta con sólo 30% de las necesidades de envases y bolsas de aluminio, porque la producción interna también ha disminuido y se depende de las importaciones.
Los envases de cartón para la leche pasteurizada y los jugos de frutas tampoco están disponibles, y la materia prima para su elaboración es importada. La falta de dólares ha impedido las compras en el exterior.
La sobrevivencia
Lo que ocurre en el mercado venezolano puede resultar impensable para el resto de los países. Actualmente las industrias no compiten entre ellas sino que se tienden la mano para tratar de subsistir.
Las plantas se mantienen operativas porque entre las empresas se prestan materias primas e insumos para evitar que se paralice la producción. Pero cuando finalmente les autorizan las divisas y sus insumos llegan a puerto nacional, deben devolver lo que recibieron en calidad de préstamo, lo que no permite que los inventarios se estabilicen y se mantiene el déficit. Cuando los inventarios bajan a niveles críticos crece la dependencia hacia las importaciones del Estado.
Actualmente las importaciones de leche en polvo, maíz, arroz, azúcar y café dependen de las compras externas que hace el Gobierno a través de la Corporación CASA. La novedad es que ahora la industria del trigo también debe recurrir a ésta.
El Gobierno no ha liquidado las divisas a tiempo para que la industria opere correctamente. Le adeuda con el sector es de $2.700 millones, según la Cámara Venezolana de Alimentos, reseñó el portal del diario El Universal.
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