El politólogo y miembro de Marea Socialista, Nícmer Evans, reveló lo que le dijo Hugo Chávez un día de abril de 2008 durante una visita a la Fundación Escuela Venezolana de Planificación de la cual era presidente. La frase la utiliza Evans para señalar al equipo que está al frente del gobierno y del partido oficialista quienes – dice Evans – “debían estaban a su lado, de ese equipo que lo rodeó durante años pero que al final lo hacían sentir así, aunque él, no tengo duda, los amaba”.
A continuación el artículo completo:
Muchos que estuvieron permanentemente al lado de Hugo Chávez podrán escribir mucho más que yo sobre lo que él pudo decirles, aunque no veo que lo hagan. Yo apenas tuve la oportunidad de compartir cuatro veces con él de manera directa, y una de ellas es de mi especial valoración y eterno recuerdo.
Tuve la oportunidad de ser Presidente de la Fundación Escuela Venezolana de Planificación en el 2008, y en ese período fuimos lo suficientemente activos como para que el Presidente decidiese ir en ese corto período 4 veces a nuestras instalaciones en La Rinconada, una de ellas fue la “Entrega de financiamiento a organizaciones del Poder Popular”, el 15 de abril de 2008. El Presidente, después de desarrollar un recorrido por los puestos de exhibición de algunas de las organizaciones comunales financiadas me dijo, tal como me llamó en las pocas oportunidades que coincidimos: “Carajito, acompáñame a la librería”.
Finalizado el acto, dentro de la Fundación Escuela Venezolana de Planificación estaba (no sé si aún) una de las Librerías del Sur mejor dotada del país, y el Presidente Chávez disfrutaba de entrar en sus instalaciones, ver y seleccionar libros cada vez que la agenda se lo permitía.
Al entrar en la librería, sólo estábamos el encargado de la misma, el Presidente y yo, pero antes de proceder a hacer el recorrido y selección de libros, previo a alguna reflexión sobre el autor y el título de los mismos, se detuvo un momento y giró instrucciones para que la abrieran paso, deseaba ir al baño, por lo que preguntó cuál era el más cercano. Al regresar, en una de esas ocurrencias típicas de él, volteó dónde el encargado de la tienda y al estirar su pantalón en el entre piernas delantero le dijo: “bueno chico, no me mires así, jajaja, yo también soy humano y si me molesta el pantalón y me aprieta una bola, me la acomodo“.
Entre risas y otros comentarios anecdóticos de aquella aparente “majestad presidencial” que se olvida de lo más sencillo del ser humano que encarna dicho rol, pasó a comentarme los errores que había observado en el evento, tanto de contenido como de forma, por lo que antes de pasar a escoger algún libro, pidió que llamarán al ministro Izarra y la ministra Farías, responsables organizativos de la actividad.
Ya con los Ministros al frente, palabras más, palabras menos les dijo:
¿Ustedes creen que este acto logró los objetivos?, ¿Ustedes creen que yo soy eterno y que voy a estar siempre para decirles que hacer?, ¿Qué harán cuando yo no esté?, ¿Qué harán cuando yo me muera?
Y después de dar un par de instrucciones y críticas adicionales, y habiéndose retirado los ministros, se volteó a mí y me dijo:
“Carajito, estoy solo, muy solo.”
Ustedes se preguntarán qué hice yo, sólo lo escuche cuál amigo que escucha en la intimidad de una confesión de alguien que se siente como dice estar: solo. No tenía yo la confianza como para decirle que no lo estaba, que tenía a un pueblo, pero a su vez comprendí que no me estaba hablando el Presidente, me estaba hablando el ser humano Hugo Chávez, que ya en el 2008 se sentía solo, sin la compañía de quienes debían estaban a su lado, de ese equipo que lo rodeó durante años, pero que al final lo hacían sentir así, aunque él, no tengo duda, los amaba.
Ajeno a ese círculo, expectante de ese episodio, al final terminé acompañando al Presidente a buscar unos buenos acompañantes: los libros, y duramos cuarenta minutos discutiendo sobre algunos textos, algunos autores y comprometiéndome, por petición de él a hacer una selección permanente de los libros que distribuyera la Librería del Sur, porque “nadie me los hace llegar”, me decía. Además, me pidió un resumen y análisis de los libros claves que considerase hacerle llegar, y así lo hice durante 6 meses, hasta que decidieron interrumpir y sabotear la posibilidad de seguir haciéndole llegar lo que él expresamente había solicitado. Desde ese momento fue imposible que se cumpliera su instrucción.
Hoy, con la madurez que me proporcionan un poco más de años y de experiencia, me permito recordar ese episodio, y compartirlo con ustedes para decir a los cuatro vientos lo que en su momento pensé decirle y por timidez no le dije:
¡Chávez, hoy más que nunca no estás solo, estás con todo un pueblo que hoy te recuerda y te juro que haremos juntos, unidos como pueblo, lejos de la corrupción, sin los corruptos y verdaderamente desleales y traidores de tus lecciones de vida, que tu legado sea eterno!
Fuente: Actualidad Venezuela