El pasado lunes representó una fecha inolvidable para el ministro de educación de Venezuela, Héctor Rodríguez, quien se convirtió en padre tras el nacimiento de su esperado bebé.
Sin embargo, pese a la austeridad que profesa el socialismo bolivariano, desde su ocupación en el gabinete gubernamental, en su afán por tener privacidad en espera de la llegada de su hijo, superó las aspiraciones de cualquier ciudadano común, al exigir las 14 habitaciones (que estarían vacías) ubicadas en el piso donde fue recluida su esposa por cuatro días, en una clínica caraqueña, reseña el Diario de las Américas.
De acuerdo con información extraoficial a la cual tuvo acceso DIARIO LAS AMÉRICAS, Rodríguez se reunió con la administración de la Clínica Leopoldo Aguerrevere, ubicada al este de Caracas, antes del nacimiento de su bebé. El encuentro fue para exigir al centro de atención materno que autorizara el pago por las 14 habitaciones tipo suite del nivel del edificio donde sería recluida su señora al salir del quirófano.
La petición era para garantizar la seguridad y privacidad familiar del ministro, quien al parecer no quería contar con la presencia incómoda de otros pacientes que estarían en las habitaciones colindantes. La paciente bolivariana se alojó en el cuarto 604 del sexto piso del centro médico.
¿Y este capricho rojo cuánto costó?
Cada habitación tiene un valor diario de 3.000 bolívares fuertes (equivalente a la mitad de salario mínimo mensual de un venezolano) pero el ministro no se conformó con una. El ostentoso ministro pretendía pagar el mismo precio por los catorce cuartos, espacios que se encontrarían vacíos mientras permanecieran hospitalizados su esposa y el recién nacido.
Llama la atención que pese a la recomendación de los médicos de mantener recluida a una mujer recién parida mediante cesárea y en condiciones favorables únicamente por 72 horas, Rodríguez pidió un día más de permanencia en el hospital.
La factura diaria por las 14 habitaciones del piso habría sido de 42.000 bolívares fuertes, pero al extender la permanencia a cuatro días, el monto a pagar sería de 168.000 bolívares fuertes, (cifra que se alcanza para cubrir el salario mínimo mensual de 24 venezolanos) estimación a la que estaría de acuerdo con pagar el alto funcionario del Gobierno de Nicolás Maduro.
Por fortuna, para el bolsillo del responsable de este pago, la clínica expresó su negativa en acceder a la solicitud inusual, por considerar que esta exigencia limitaría el derecho de otras 13 familias en poder contar con los servicios médicos especializados, mientras se prolongara la estadía de la familia bolivariana.
Escándalo en el ascensor
Este incidente fue precedido por el reclamo de otra paciente con quien compartió el ascensor con Rodríguez, su esposa y los escoltas ministeriales. La mujer le brindó las felicitaciones por el cercano nacimiento a la vez que le preguntó si “este es el país que usted quiere para su hijo”.
La respuesta fue ofrecida por la pareja de Rodríguez quien reaccionó de manera alterada y debió ser atendida por el personal de seguridad del titular de educación.
Recordar es vivir, lujos para enchufados, miserias para los pobres
El pasado mes de febrero, Héctor Rodríguez afirmó en un acto oficial con estudiantes que “no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarla a la clase media para que después aspiren a ser escuálidos [opositores pertenecientes a la clase media alta venezolana]”.
El Gobierno revolucionario ha intervenido en el sistema hospitalario de Venezuela, exhibiendo a los Centros de Atención Integral (CDI) como la alternativa para la atención médica, contando con profesionales de la salud provenientes de Cuba y con alumnos egresados de la Universidad Bolivariana de Venezuela.
Ante esta exigente petición del ministro de Maduro, muchos podrían preguntarse si el sistema sugerido por el gobierno chavista no cuenta con su preferencia, si el monto de la hospitalización sería cancelado por el plan de seguro médico de Héctor Rodríguez como ministro, o si este pago sería proporcionado por los recursos de una Venezuela, cuyas riquezas mal distribuidas, deberían ser de todos.
Fuente: Diario de las Américas.