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¡DEBES LEERLO! «Mentir, robar y odiar: los motores de la Revolución» por Antonio Rivas

Muchos se preguntan cómo es posible. Cómo es que viendo y viviendo la delincuencia, la escasez, la inflación, la deficiencia de servicios, las colas, la devaluación, y en general el caos en que vive Venezuela, aún el gobierno sigue teniendo el apoyo de un sector considerable del país. Cada vez son menos, es verdad, pero siguen sin ser pocos quienes apoyan a ese proceso llamado “revolución”, y la pregunta vuelve al tapete: cómo es eso posible. El presidente Chávez se refirió en algún momento a “Los cinco motores de la revolución” como los ejes de acción que regularían lo que se vendió como un proyecto socialista, pero viendo en retrospectiva la evolución de la situación del país durante los últimos quince años, y volviendo a la interrogante de qué es realmente lo que impulsa y mantiene a este proyecto aún vivo (aunque agonizante), encontramos lo que han sido los verdaderos motores de esta revolución.

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1- La mentira: desde el discurso socialista ataviado con corbatas Louis Vuitton hasta la guerra económica, el ciclo de duda, contradicción, farsa descubierta y nueva arremetida con cambio de tópico ha sido la constante en el discurso oficialista. La desinformación mezclada con retórica de guerra y enemigos inventados aún tiene efecto en una gran parte de la población que sigue viendo al gobierno ya sea como héroes salvadores o víctima de ataques y no como artífices del desastre. Mentir en todo, con ahínco, es la columna vertebral de la táctica de ceguera colectiva que busca el gobierno.

2- La corrupción: otra fuente del poder revolucionario es el dejar hacer. Hay toda una estructura de enriquecimiento ilícito formada alrededor de los organismos del Estado que merman las arcas de la nación y nutren las cuentas personales de los patriarcas revolucionarios, a la vez que financian la maquinaria de propaganda y compran conciencias y voces. La estafa y el robo en los círculos de poder es la táctica de complicidad que termina atrapándolos en “si cae uno caemos todos”, comprando así, sino voces a favor, por lo menos silencio.

3- La burocracia: esa bola de nieve que crece con cada decisión del Ejecutivo. Inventar Ministerios y Organismos tiene dos efectos. Por un lado se simula acción: se tiene la excusa para acaparar titulares, convocar ruedas de prensa y televisar a grupos vestidos de rojo que aplaudan los anuncios. Y por otro lado, se aumenta la cantidad de personas que dependen directamente del Gobierno/Estado. Una nómina suficientemente nutrida como para jugar al “o me apoyas o no comes”.

4- Controles: apalancándose en el primer motor (la mentira), se han cercenado poco a poco las libertades de los ciudadanos. El control de cambio, por ejemplo, fue propuesto para evitar la fuga de capitales, pero ha sido en realidad la soga para ahorcar al sector privado y a toda aquella industria que no se apegue a los dictámenes del gobierno. Así con los “precios justos”, el racionamiento, la cierre de medios, las estatizaciones, etc. La máxima ha sido “controlar o destruir”. Quien quiera comer tiene que besar la mano del gobierno.

5- Violencia: no todos creen las mentiras, no todos se dejan seducir por las oportunidades de corrupción, no todos dependen del Estado y no todos se dejan someter por los controles. Para ese grupo que no cae en los primeros cuatro motores, el gobierno tiene insultos, vejaciones, humillaciones, odio, “gas del bueno”, peinilla, perdigones y cárcel. Aquel que se atreva a pensar enfrentará al brazo armado (militar, policial o de calle) de la revolución. La violencia verbal, psicológica y física es el último recurso para conservar el poder, así sea causando miedo.

El corolario de todo es la división. Mentir y hacer mentir, robar y dejar robar y odiar y hacer odiar. Partir al pueblo en pedazos para poder ejecutar estos cinco ejes de acción de manera efectiva, y así mantener poder, apoyo, y seguidores, incluso con el país cayéndosenos encima.

Por: Antonio Rivas / @AntonioERivasR

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