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¡DUELALE A QUIEN LE DUELA! Ex-ministro Victor Álvarez: Maduro fosilizó el legado de Chávez

Las decisiones tomadas por el actual Gobierno nacional han hundido al país en una fuerte crisis que afecta a los principales sectores. Nicolás Maduro se escuda detrás del legado del fallecido Hugo Chávez. Sobre eso, el exministro Víctor Álvarez R, asegura que lo que hizo fue disecar “una a una las políticas heredadas” pero la formula no le ha dado buenos resultados.

Asimismo, asegura que el presidente Nicolás Maduro es el “principal responsable de la actual debacle que ya tuvo su primer termómetro en las elecciones parlamentarias del 6D”.

Foto: Archivo

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Así lo dijo en un artículo que publicó anoche con el título Chávez: ¿embalsamar su cadáver o disecar su legado? y en el que dice que Maduro, escogido por Hugo Chávez por ser el “menos ambicioso” y el “más potable” para Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Jorge Rodríguez y Elías Jaua, escogió “disecar” el legado de Chávez.

Al no poder embalsamar su cadáver, juró defender el Legado de Chávez como una reliquia sagrada, preservando incólumes todas y cada una de las decisiones tomadas por el líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una las políticas heredadas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, rancia la gasolina regalada y el Fonden terminó también embalsamado”.

A continuación el artículo completo:

Las traiciones hicieron de Chávez un hombre desconfiado e intolerante con la crítica, la cual interpretaba como una señal de debilidad, la incubación de una próxima traición. La perfidia cometida por Juan Vicente Gómez -que se quedó con la Presidencia cuando su compadre Cipriano Castro lo dejó encargado mientras éste atendía su enfermedad-, lo persiguió como un fantasma y siempre pensó que lo mismo a él le podía suceder. Por eso nunca dejó interino al Vicepresidente, ni siquiera cuando se ausentó para no volver debido a su mortal enfermedad.

Chávez se preciaba de conocer muy bien a su ganado, lo repetía una y otra vez. Sabía de las ambiciones de sus más cercanos colaboradores, de sus celos, envidias y mezquindades, de las intrigas palaciegas. Estaba claro del cisma que podía generar en sus propias filas si en lugar de dejar encargado a Diosdado, escogía a Rafael; o si prefería a Jorge en vez de Elías. Ninguno de ellos se tragaría que el otro hubiese sido el ungido. Por eso eligió al más potable para los cuatro, al menos ambicioso, al que jamás le pasó por la cabeza ser el sucesor del Comandante Supremo.

Agravado el letal padecimiento y solo ante la certeza de que había llegado a la antesala del no retorno, fue cuando el líder máximo sentenció: en caso de presentarse una causa sobrevenida voten por Nicolás. Pero con aquel llamado, Chávez no se rendía ante el cáncer que lo devoraba. Como todo paciente de gravedad estaba aferrado a la esperanza de sobrevivir, dispuesto a librar la épica final contra la enfermedad. En el peor de los casos, imaginaba una suerte como la de Fidel: limitado físicamente, pero vivo y lúcido, con capacidad mental para seguir gobernando detrás del trono. Sin embargo, no quería un sucesor con ínfulas de Raúl Castro, que finalmente se le rebelara para darse su puesto y gobernar con voz propia. Por eso necesitaba escoger a aquel con las mejores credenciales de obediencia, lealtad e incondicionalidad. A quien una vez sentado en la silla no se le subiera el cargo a la cabeza y, por el contrario, sintiera el orgullo de ser el ejecutor de las decisiones del Comandante Supremo.

¿Embalsamar su cadáver o disecar su legado?

Pero el arduo sufrimiento finalmente silenció al Líder. Y le tocó al desconcertado heredero echarse al hombro la tarea, sin mentor, sin conductor. ¿Y ahora quién podrá ayudarme? Quiso embalsamar su cadáver para mantener al alcance de los ojos devotos la presencia venerable, cuando los oráculos venidos de aquella porción de tierra rodeada de agua le contaron que Lenin fue embalsamado en 1924 y su cadáver se exhibe en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú; que Stalin también lo fue al morir en 1953; que en Corea del Norte los restos mortales de Kim Il-Sung son mostrados a millares de norcoreanos que estallan en llanto cuando ven al querido presidente, gran líder y sabio conductor; que en China el cuerpo de Mao Tse-tung reposa en el mausoleo de la plaza Tiananmen; y que en Vietnam Ho Chi Minh fue embalsamado, aunque había pedido ser incinerado.

Hay que prolongar su presencia como un símbolo visual para que te ilumine en el ejercicio del poder. Será el culto a su personalidad la fuente de mitos, leyendas y milagros que te ayudará a preservar el apoyo del pueblo, ahora en tu condición de heredero del trono… hay que embalsamar su cadáver… le dijeron.

Y al no poder embalsamar su cadáver, juró defender el Legado de Chávez como una reliquia sagrada, preservando incólumes todas y cada una de las decisiones tomadas por el líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una las políticas heredadas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, rancia la gasolina regalada y el Fonden terminó también embalsamado.

Un secreto a voces dice que le tocó encarar el shock de quienes aún no se reponen por no haber sido los escogidos, y en solo 30 días medirse en la contienda de la que por estrecho margen se salvó de ser defenestrado. A todas estas, las circunstancias cambiaron y los altos precios del petróleo que surtieron las barajas para levantar el castillo de naipes colapsaron. Al populismo clientelar ya no le fue posible financiar la ilusión de prosperidad ni derrochar más con el pretexto de pagar la deuda social heredada de la IV.

Sin embargo, el pregón oficial promete que aunque los precios de los crudos lleguen a cero, siempre habrá recursos para mantener las misiones sociales, las viviendas prestadas, las bolsas de comida, las nóminas repletas para que el INE siga diciendo que el desempleo baja aunque el PIB caiga. Al parecer la nomenklatura no ha entendido que con la contracción de la economía cayó también la recaudación de ISR y que para estirar sus menguados ingresos cada vez son más los venezolanos de a pie que no piden la factura para ahorrarse el pago del IVA. Y todo esto merma cada vez más la recaudación fiscal que se requiere para cumplir con las promesas de campaña. Pero no se preocupe Presidente que para eso está el BCV, allí está la máquina de hacer billetes y solo falta enviar la orden para que impriman el dinero que hace falta. Y los que critican y dicen que eso genera inflación, esos son unos monetaristas neoliberales discípulos del Milton Friedman, aquel que asesoró a Pinochet.

Sin comprender la necesidad de adecuarse a los nuevos tiempos de restricciones presupuestarias y escasez, se impuso la inacción que fosilizó el Legado de Chávez. A pesar de tantos Ministerios del Poder Popular, el pueblo pobre hoy se mira al espejo y se descubre despojado de los medios que hacen posible la preservación de la vida. Por eso es azotado por la escasez, el acaparamiento, la especulación y la inflación. Así, el escogido, para salvaguardar las conquistas sociales de la Revolución terminó siendo el principal responsable de la actual debacle que ya tuvo su primer termómetro en las elecciones parlamentarias del 6-D. Lo sabían los candidatos que se escondieron detrás de la estampa del Comandante Supremo y minaron al país con afiches y vallas: Voten por Chávez que en las parlamentarias ganará Chávez. Pero sin el carisma y liderazgo arrasador de quien les levantaba la mano, la suerte ya estaba echada y la aplastante derrota fue la crónica de una muerte anunciada. Y de empeñarse en prolongar la inercia y hacer más de lo mismo, esa derrota se reeditará en mayor proporción en cualquier nueva medición electoral.

El neo-rentismo socialista tiene sus días contados

El neo-rentismo socialista como espejismo de progreso y prosperidad funcionó a la perfección mientras los precios del petróleo estuvieron altos y proveyeron la renta necesaria para financiar el populismo clientelar como instrumento de dominación. Pero al confundir estatizar con socializar, los populistas neo-rentistas cavaron su propia fosa, porque ni los trabajadores ni la comunidad se sintieron verdaderos copropietarios sociales de las empresas expropiadas que terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción.

Al destruir la economía capitalista sin haber creado simultáneamente una eficaz economía socialista, la nomenklatura gobernante llevó al país por el atajo perfecto que lo condujo a la escasez, el acaparamiento y la especulación. Y ahora que no hay petrodólares para importar, ni producción nacional, el desabastecimiento se agrava, las necesidades básicas y esenciales de la gente no se pueden satisfacer y cada vez son más largas las colas que hay que sufrir y padecer, lo cual pulveriza su base de apoyo clientelar. Al pueblo se le mantiene neutralizado buscando comida y medicinas, y ha terminado siendo víctima de esa otra parte del pueblo que en su afán de sobrevivir se dedica a bachaquear y especular, en vez de protestar y luchar.

El discurso oficial atribuye esta tragedia a la guerra económica y teje una narrativa en la que confronta dos modelos antagónicos. Sabiendo que “un pueblo sin educación es instrumento ciego de su propia destrucción”, la argucia gubernamental apela a la eterna lucha entre el bien y el mal. Por un lado, la economía buena y solidaria, subsidiada por el Gobierno, con redes públicas de comercialización de alimentos, medicinas, electrodomésticos, automóviles, etc. donde el PVP que mide el BCV para calcular la inflación siempre está por debajo de los costos, pero donde estos bienes nunca se consiguen, a menos que se pague a los gorgojos y bachaqueros mayores un sobreprecio o comisión. Tan así es, que el propio Gobierno con frecuencia anuncia el desmantelamiento de mafias de funcionarios corruptos que desvían hacia las redes de contrabando y especulación los productos subsidiados que no llegan al pueblo. Al otro lado de esta narrativa está la maléfica economía capitalista, son los malos de la película que solo tienen afán de lucro, de ganancias desmedidas, donde pugnan empresarios, emprendedores, contrabandistas, acaparadores y especuladores que se enfrentan en desiguales condiciones a los operativos gubernamentales y a los tropeles de fiscalización que hacen del río revuelto ganancia de pescadores.

Tras la pirotecnia del falso discurso revolucionario, la nomenklatura atornillada al poder hace gárgaras con las palabras “patria”, “pueblo”, “independencia”, “soberanía”, desacreditan al socialismo y -al enterrarlo como esperanza de libertad, justicia y emancipación- crean las condiciones para la contrarrevolución neoliberal. Pero cómo dijo alguien, “puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. El neo-rentismo socialista, como modelo de dominación que crea una falsa idea de prosperidad con su populismo clientelar, definitivamente está agotado y tiene los días contados.

Con información de Noticiero Digital

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