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¡EL DESCONTENTO FUE EVIDENTE! El chavismo perdió casi 2 millones de votos en estas elecciones

El ligero aumento de electores registrado en estos dos años permite hacer una mejor fotografía de las variaciones electorales del venezolano. En 2013 estaba reciente la muerte de Hugo Chávez y su delegado, Nicolás Maduro Moros, era el candidato en medio de un profundo duelo.

En 2013 habían 18.904.364 electores inscritos para sufragar y para 2015 habían 599.742 nuevos electores.

Créditos: Tomas Bravo/Reuters

Créditos: Tomas Bravo/Reuters

Tal y como reseña el portal Efecto Cocuyo, hacer análisis despersonalizado sobre los electores siempre es complejo, pero cuando las diferencias hacen una mayoría calificada para la oposición de 112 diputados, es necesario ponerles la lupa. Los resultados son el retrato de un momento histórico. Son su mejor fotografía, generalmente.

La Mesa de la Unidad Democrática registró una votación de 7.707.422 votos a su favor en esta elección, lo que le dio el 67% de los diputados a la Asamblea Nacional. La diferencia con la elección inmediata anterior es de 343.434 más respecto de los 7.363.980 obtenidos en 2013.

Aun cuando en esa oportunidad se trataba de una elección Presidencial, lo que subyace en ambos procesos (2013 y 2015) es el plebiscito; es el voto progubernamental contra el voto opositor. Negar esto sería perder sensatez en cualquier análisis.

Así, encontramos que el oficialismo en aquella elección conquistó 7.587.579 de electores, luego de un encarecido pedido hecho por Hugo Chávez para que el voto chavista respaldara al actual Presidente. Pero en 2015 y cuando se pedía desde el oficialismo que se votara por Chávez, solo lograron obtener 5.599.025 votos lo que se tradujo en 1 millón 988.554 de electores menos.

La oposición obtuvo un crecimiento electoral de apenas 4,6% y el oficialismo un decrecimiento de 26,2%. El chavismo se abstuvo y el trasvase electoral no se concretó de la manera esperada, ni se ven reflejados en los resultados por diputaciones obtenidas por ambos bandos.

Si nos ubicamos en los resultados de 2010 para hacer una comparativa dentro de un mismo tipo de elección, tenemos que el oficialismo incluso registró un crecimiento, ya que de 5.423.324 obtenidos en 2010, pasó a 5.599.025 en 2015 lo que se traduce en 175.701 nuevos apoyos. Además, de 66% de participación en 2010 se pasó a 75%, lo cual es positivo.

Ya vendrán los análisis de mayor detalle pero de inmediato se puede asegurar que el crecimiento electoral de la MUD es significativamente menor a la desbandada electoral registrada por el oficialismo. Pero 5 millones y medio de electores siguen generando respeto.

Régimen de mayorías

El sistema electoral creado por el oficialismo para las parlamentarias de 2010 no beneficia la representación de las minorías sino la sobre representación de la primera mayoría. Así, aun cuando el actual crecimiento electoral opositor respecto a las elecciones parlamentarias de 2010 es de 2 millones 387.058 lo que se traduce hoy en 56.3% de los votos válidos, la MUD obtiene hoy 67% de los escaños en el parlamento.

El sistema electoral impuesto en Venezuela por las hoy víctimas de ese sistema, se conoce como Gerrymandering y consiste en la configuración de los circuitos electorales de forma que su constitución permite la configuración de determinadas mayorías electorales. Este método produce que los porcentajes de escaños obtenidos en un circuito no coincidan necesariamente con la población del mismo y hace que por ejemplo haya más diputados.

En Caracas un candidato representa a 229.854 electores mientras que en Delta Amacuro, estado en el que el chavismo obtuvo en esta oportunidad 3 de sus 4 diputados, cada escaño representa a 56.623 electores.

¿El voto nulo restó votos a la oposición?

En las elecciones parlamentarias de 2010 los votos nulos alcanzaron a 2,9 % de los votantes mientras que en 2013, siendo elecciones presidenciales en las que se vota por un solo cargo, fue de apenas 0.44%. En esta elección fue de 4,7 % de los que votaron, lo que puede haber repercutido en algunos circuitos muy reñidos, pero hasta ahora ninguna de las partes ha denunciado.

Los números en dos bastiones

Anzoátegui, estado oriental de tradición chavista, pasó de 383.125 en 2013 a 287.145 en 2015. La abstención chavista disminuye en 95.980 mientras que la participación de la MUD, de 424.685 electores en 2013, pasó apenas a 450.619 respaldos aumentando solo 25.934, relativamente proporcional al crecimiento del Registro Electoral en ese estado.

En el emblemático estado Miranda, gobernado por quien fuese candidato a presidente en las elecciones de 2013, la MUD obtuvo en aquella elección 815.128 mientras que en 2015 la MUD obtuvo 838.196, apenas 23.068 nuevos votantes inclinados por la coalición.

En general esto se repite a nivel nacional, pero en una elección en la que cada uno de los 113 candidatos nominales, al igual que la representación de 51 diputados electos por lista y los 3 representantes indígenas, podían ganar o perder por 1 voto, las diferencias en términos generales no tenían que ser significativas para cambiar el resultado electoral.

La MUD y el Gobierno están obligados a mirar de manera reflexiva estos números. Los electores no le dieron el respaldo esperado a la oposición agrupada en la MUD, al menos no el que se espera de una crisis de esta magnitud y en la que las quejas de la población cada vez adquieren un carácter más beligerante y la disposición al cambio alcanza hasta 86,8% según algunos estudios.

Para el oficialismo, haber perdido el encanto para casi 2 millones de electores en menos de dos años, habla de manera contundente de la necesidad de redefinir el rumbo o arriesgarse a sucumbir definitivamente por la indiferencia de sus afectos, aún no conquistados por la MUD.

Los ciudadanos (algunos señalan esta responsabilidad principalmente en los independientes), deben rescatar su carácter beligerante en función de exigir el cambio inmediato hacia un sistema electoral más representativo y democrático. Los números han señalado en dos oportunidades (2010 y 2013) que este sistema no representa de manera correcta la diversidad ciudadana; mucho menos a las minorías.

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