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¡EN LA QUIEBRA! Aseguran que Venezuela es el siguiente candidato a default después de Grecia

«¡Ah! Eso es lo que el mercado piensa, que después de Grecia, viene Venezuela. El default, que no es sino una decisión política, puede ocurrir, y hay una regla importantísima en el default; que la vimos en Argentina en el año 2000 y después la vimos en Ecuador más o menos por esa misma época, y es que los gobiernos se declaran en default para no quedar limpios: me queda esto, no pago, voy a un default».

El economista Alexander Guerrero pinta una situación económica del país oscura y la define con dos palabras: hiperinflación y default en el pago de la deuda, así lo afirma para Noticiero Digital.

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¿Por qué usted considera que estamos en un nivel hiperinflacionario si todavía no tenemos una inflación intermensual de 50%?

-No hacen falta tantos ceros para uno distinguir una hiperinflación. Este fenómeno consiste en dos cosas; primero, porque la inflación está fuera de control, tomando en cuenta que el gobierno decide, al acabarse los recursos financiarse directamente desde el Banco Central.

Cuando revisas entonces la liquidez monetaria, tienes que se está doblando cada ocho meses por cien. Porque el gobierno está financiando el déficit fiscal; se ve en la calle con la gente porque la moneda pierde aquella característica fundamental que es la de ser depósito de valor.

Quiere decir que no hay forma que yo ahorre en bolívares. Porque los bienes que yo voy a comprar la semana que viene o el mes que viene van a estar más caros, y mi bolívar se va a depreciar frente a eso. Por lo tanto, yo prefiero comprar cosas y bastante; porque las cosas no se van a depreciar, y quien me las vaya a comprar, ya será con el precio nuevo.

Segundo, porque la moneda no tiene ya posibilidad de ser un medio de pago; porque, si tú necesitas café, yo tengo pollo; de modo que te cambio pollo por café. La liquidez fluye con mucha facilidad, y la moneda pierde el poder de compra.

Ese es el proceso hiperinflacionario más allá de que tenga cuatro, cinco o seis ceros. No es necesario. Cuando se hicieron los primeros estudios de hiperinflaciones, en especial, los del economista estadounidense Phillip Cagan, se colocó un piso de 50% intermensual. Cagan, en uno de sus libros, alega que él coloca el 50% por una necesidad de estadística particular.

Usted dice que el bolívar no compra; no obstante, aún tiene poder para comprar gasolina y la prueba está en que en la frontera un billete de cien bolívares vale ciento veinte.

Yo lo que te digo es que el bolívar ha perdido su poder de compra, es decir, pueden haber muchísimos bolívares pero no valen nada. Cuando decimos que el bolívar no compra es porque está depreciado a lo máximo. Entonces, la gente decide guardar bienes y no guardar el dinero, y la razón fundamental es porque el bolívar pierde con mucha velocidad su poder de compra.

Entonces, tú cada vez más necesitas más bolívares para comprar, y ya la unidad monetaria dejó de comprar. Esa es la razón fundamental. A eso tú tienes que conectarlo con una cuestión importantísima, y es que el costo de oportunidad del bolívar; el flujo donde yo puedo tener la posibilidad de esconder mis ahorros es en el dólar, y entonces cuando tú ves que el dólar se dispara, como está ocurriendo, es porque a él lo está empujando la hiperinflación a que el dólar se convierta en una moneda cada vez más cara.

Fíjate tú que la moneda de más alta denominación, que es el billete de cien bolívares, no hace parte de un dólar. La montaña de bolívares que tú necesitas para adquirir un dólar es de tal naturaleza, que el bolívar no paga el papel. El valor del bolívar no paga el papel con el cual se imprime. Es decir, nadie en este mundo se va a atrever a falsificar billetes de cien porque va a gastar mucho dinero imprimiéndolo.

¿Y el default?

¡Ah! Eso es lo que el mercado piensa, que después de Grecia, viene Venezuela. El default, que no es sino una decisión política, puede ocurrir, y hay una regla importantísima en el default; que la vimos en Argentina en el año 2000 y después la vimos en Ecuador más o menos por esa misma época, y es que los gobiernos se declaran en default para no quedar limpios: me queda esto, no pago, voy a un default.

Ese trabalenguas de Maduro que pronunció hace unos días, a propósito de lo que pasó en Grecia, fue interpretado a nivel internacional, como que Venezuela pudiese ser candidata a un default. De hecho, Venezuela es el segundo candidato a default después de Grecia en las estadísticas de riesgo. No hay invento posible: las estadísticas de riesgo te dicen qué países tienen posibilidades de default. Venezuela tiene 85% en ese rango.

Porque, además, se atraviesa el otro problema, y es que los chinos no le están prestando a Venezuela a largo plazo. Los chinos le dan a Venezuela un adelanto; un anticipo a tres años por petróleo, y Venezuela desembolsa de ese fondo el dinero, cuando llena el barco chino de petróleo. A ese respecto, la situación es muy difícil, y te la puedo pintar en estos términos: un bolívar que no vale nada, en medio de una hiperinflación, y una gran posibilidad de cesación de pagos.

Eso en una economía que está absolutamente contraída en niveles que podríamos estar entre once o doce del PIB negativo. El FMI tiene en sus números sobre Venezuela una caída de -8%. Mis números dicen que nosotros estamos entre once o doce por ciento de caída del producto; que ese es otro factor que incide sobre la hiperinflación. Un proceso inflacionario voraz, que coincide con una contracción del PIB terrible.

Una característica de una hiperinflación es que coincide la caída del PIB con el alza en los precios o la caída del PIB con la caída del poder adquisitivo de la moneda. Esa es la definición clásica de la inflación: pérdida continua del poder adquisitivo de la moneda. Así se definía la inflación hasta principios del siglo XX; hasta que surgió Keynes en la década de 1920 a definir la inflación como un proceso continuo de alza de precios.

En estos días, con esta megadevaluación que estamos viendo que sucede con el dólar paralelo, los vamos a ver en el costo de los bienes en la calle. Entonces, eso es una centrífuga; uno afecta el otro y el otro afecta al otro, y al final los dos procesos se retroalimentan a sí mismos; que es lo que se conoce como una inflación fuera de control.

Con información de Noticiero Digital.

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