En la última entrevista que concedió, en octubre de 2015, el político Luis Miquilena, exasesor del fallecido Hugo Chávez, le reveló al escritor Leonardo Padrón cuál fue el detonante que causó su distanciamiento con el mandatario, de quien se le considera padre político.
Composición Maduradas. Fotos: Miquilena / Aporrea – Chávez y Fidel / AP
La fractura de esta relación mentor-pupilo —al igual que suele ocurrir con esas relaciones en las que una intromisión de un tercero causa diferencias irreconciliables— se debió a la influencia de un personaje al que también se le considera padre ideológico de Chávez: Fidel Castro. Aunque parezca increíble, el propio líder cubano le había advertido a Miquilena, y no en pocas ocasiones, que a Venezuela no le resultaría una revolución al estilo cubano.
«Fidel Castro me había dicho muchas veces, de una manera inteligente, ‘mire, a ustedes no les conviene una revolución como la cubana‘», le cuenta Miquilena a Padrón en una entrevista de casi una hora en el programa Los imposibles.
Dada la reiterativa advertencia de Castro, y en un intento por hacer entrar en razón a Chávez, Miquilena le propuso al presidente reunirse con el político cubano «para una conversación a calzón quita’o». El mandatario aceptó y se citaron en Margarita, durante una reunión que se prolongó por cuatro horas.
«Ahí le dije de todo a Chávez. Le dije: el comandante Fidel Castro, que está aquí de testigo, me ha dicho a mí estas palabras que yo se las compro y te las repito, si él no te las ha dicho. Es un error garrafal que tú cojas por el camino del estatismo y el comunismo disfrazado de alpargata, porque esto no es ni comunismo ni nada, menos socialismo. Esto es una chapucería lo que tú tienes aquí, expropiar gente, atentar contra la propiedad privada, que existe desde el hombre primitivo. Le señalé esas cosas. La propiedad privada, Chávez, es inherente a la condición del ser humano. ¿Cómo vienes tú a quitarle ahora una fábrica a una gente que le ha costado una vaina para hacerla? ¿Por qué?», le cuestionó Miquilena a su pupilo político.
Tras sus palabras, continúa Miquilena, «el miserable este de Fidel Castro se ha quedado callado». Chávez también permaneció en silencio. Entonces, en ese momento, continuó la reprimenda de parte del hombre que había estado a su lado, apalancando su carrera política.
«Bueno, Hugo, si no tienes una rectificación radical en esto, busca un ministro para mañana mismo. Yo no sigo ni un día más contigo. Él me dijo: vamos a hablar tú y yo solos. Terminó la reunión casi bruscamente. Él me dijo: quédate aquí con Fidel y lo despides en el avión, que yo voy a Punto Fijo y al volver te llamo. Me quedé con Fidel y no le menté la madre porque ya no podía«, recuerda Miquilena.
Chávez lo llamó, tal como le había prometido, y le dice que tiene razón y le ofrece la vicepresidencia, pero Miquilena, lejos de sentir que había surtido efecto la reprimenda, no solo le rechazó el cargo, sino que le reprochó que no hubiera tomado en serio su consejo.
«Yo creo que tú estás equivocado conmigo. Yo no vine a la política a ejercer cargos públicos, a hacer ministro, a hacer vicepresidente y ni siquiera presidente. Yo vine a la política acuciado por unos ideales en los que yo creo, con los que yo voy a morir. Esa bandera que yo levanté en Coro, allá, donde yo nací, cuando tenía 14 años, no la arreo nunca, voy a morir con ella. Tú te equivocaste conmigo. Y ya yo tenía la experiencia de que con todas las cosas que él convenía conmigo se limpiaba no sé qué y ya está… No hacía nada«, rememoró Miquilena.
Redacción Maduradas
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