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¡QUÉ FUERTE! Su hijo pensaba suicidarse, encontraron las cartas de despedida junto a un WhatsApp alarmante y pudieron actuar a tiempo: “No supimos escucharlo”

Hace dos meses, Pilar y Marcelo, un matrimonio que reside en la ciudad de Buenos Aires, hallaron dos cartas de despedida de su hijo Felipe, un adolescente de 14 años de edad que tenía pensado suicidarse, reseñó La Nación.

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Durante muchos años, Felipe sufrió solo. Nunca pensamos que podía pasar esto. Hoy puedo identificar señales que fue dando y que en su momento minimizamos. Lo que nos pasó fue muy terrible, porque él pedía a gritos ayuda y nosotros no lo veíamos, no supimos escuchar”, dijo Pilar.

Sin embargo, todavía en medio del desconcierto y la desesperación, hubo otro descubrimiento que los dejó sin palabras. Se trataba de un grupo de WhatsApp en el teléfono celular de su hijo. El “Club del suicidio”, era el nombre del chat y, junto a un par de compañeros de clase, compartían la intención de acabar con sus vidas, así como información sobre cómo y dónde podían hacerlo.

Pilar relató que cuando encontraron las cartas, se contactaron con la psiquiatra que venía tratando desde hacía tiempo a su hijo, quien les recomendó que se trasladaran rápidamente a su hospital de referencia para practicar una evaluación psiquiátrica.

El adolescente estuvo internado durante más de un mes. En la actualidad, continúa su recuperación rodeado de su familia y de un equipo de profesionales que lo contienen.

Felipe es hijo único de padres que lo tuvieron “ya grandes”, y que durante años lo buscaron y esperaron. Estudió en una escuela trilingüe en Argentina desde el jardín de infantes, que queda cerca de su casa en un barrio porteño.

Es un colegio que abre muchas puertas para el futuro y para nosotros era el lugar ideal, pero terminó siendo el horror de nuestras vidas. Cuando tenía 11 años, empezó a hablar de bullying. No nos decía que lo estaba sufriendo él, sino que contaba situaciones que atravesaban otros compañeros. Yo le preguntaba si quería que fuese a hablar al colegio pero me decía que mejor no, que no quería tener problemas y que él no estaba sufriendo esos maltrato”, contó Pilar.

Sin embargo, poco a poco, comenzó a ver que Felipe se iba apagando. Aquel adolescente que era siempre el “chispita” de cualquier reunión, el divertido, el alegre, se fue volviendo más introvertido. Además, su autoestima fue bajando y cada vez pasaba más tiempo en su habitación, lo que se agravó durante la pandemia del covid-19.

La psicóloga del adolescente les sugirió a los padres que lo cambiaran de colegio, porque percibía que Felipe estaba sufriendo: “Nosotros insistíamos en que terminara al menos la primaria. Creíamos que quería irse del colegio porque le costaban muchos los idiomas, y le pedíamos que hiciera un esfuerzo, con maestras particulares y todo”, dijo la mamá.

No obstante, Felipe regresaba angustiado de muchas de las pijamadas y festejos de cumpleaños que organizaban sus compañeros. “Al principio pensamos que era un juego de chicos, lo tomamos como algo normal, por las películas de terror que veían y los sustos. Intenté hablar con otras madres, pero no sirvió”, señaló.

El año pasado, su hijo pudo revelarles el infierno que había soportado en silencio durante años. Le dijo a su madre cómo el bullying escalando, con “apodos” de todo tipo, entre otras formas de violencia. “Y nosotros sin saberlo hasta que pudo verbalizarlo. Fue terrible para él, fueron años que sufrió solo”, añadió Pilar.

Los padres de Felipe decidieron cambiarlo de colegio. En la actualidad, asiste a una escuela donde Pilar enseguida halló la contención que buscaban como familia por parte de los docentes y profesionales: “Es un lugar que realmente sabe abordar estas problemáticas, con un gabinete psicopedagógico excelente”, comentó.

Al principio, Felipe temía que el bullying pudiera repetirse, pero su madre manifestó que “junto con el equipo de la escuela, le explicamos que esta vez iba a ser diferente”.

A pesar de que el adolescente se sentía cómodo en su nuevo centro educativo, Pilar recuerda que comenzó a notar en su hijo síntomas de que no se encontraba bien: Dolores constantes de cabeza, de panza, broncoespasmos, insomnio.

Incluso estuvo a punto de ser operado de apendicitis porque se quejaba de mucho dolor en esa zona. Eso pasó desde septiembre hasta fines del año pasado. Era todos los días levantarme para llevarlo a la escuela y siempre tenía un dolor, siempre le pasaba algo. Él me decía: ‘Yo quiero ir a la escuela, pero me dan muchos nervios, los profesores, los exámenes’”, relató Pilar.

Durante las vacaciones de verano, el matrimonio halló las cartas de despedida, que se habían caído de un diario íntimo de su hijo. Ahí fue cuando acudieron al hospital. La psiquiatra de Felipe, aclara: “Si bien el bullying puede ser uno de los múltiples detonantes para que haya un intento de suicidio, nunca hay una única causa y esto es muy importante subrayarlo. Aunque en la nueva escuela ya no sufría de bullying, fue ahí cuando los síntomas explotaron”.

Pilar le aconsejó a otros padres que “escuchen a sus hijos” y que siempre busquen la ayuda de profesionales capacitados en esas problemáticas. “Todos queremos lo mejor para ellos, pero muchas veces nos cuesta dejar de pensar en nosotros y escuchar qué necesitan, aunque pensemos que estemos haciendo lo mejor. Que pregunten, que no tengan miedo de indagar si algo les hace ruido”, agregó.

Redacción Maduradas con información de La Nación.

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