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Habla el padre de Geraldine: Tengo miedo al momento que tenga que levantarme a recordarla

“Le tengo miedo al momento en que se acaben los novenarios, las llamadas y la prensa pierda el interés. Al momento en que yo tenga que volver a levantarme temprano a recordarla. Este dolor no va a pasar nunca”.

Saúl, el padre. Pa, como le decía Geraldine.

Geraldine jugaba fútbol sala, posición delantera. Pero la Guardia Nacional le llegó de sorpresa por la retaguardia, con las motos y sus luces apagadas, el miércoles 19 de febrero en Tasajal, Valencia. La manifestación era a dos cuadras de allí. Ella estaba frente a su edificio, caceroleando.

Hubo un disparo, eso la advirtió. Intentó escapar y se cayó. Vecinos cuentan sobre dos guardias. Uno le dijo al otro “¡Dispárale!” y ese otro se negó. Entonces el de la voz de mando le disparó a Geraldine en el piso con una escopeta de perdigones. Al rostro. A un metro de distancia.

papa de geraldine

Delgada, espigada, deportista, dicharachera, estudiante de Citotecnología de la Universidad Arturo Michelena, 23 años, “la bujía de la familia”, entró a la emergencia de la clínica diciendo “Apúrense, háganlo rápido, que siento que se me quema el cerebro”.

El disparo fue al ojo derecho, pérdida inmediata. El izquierdo tampoco se salvaría, aclararon después los médicos. El daño cerebral fue irreparable. Geraldine pasó por dos cirugías. La segunda tomó ocho horas.

Esa noche fue la más larga de la vida de Saúl. Entre las barricadas y una sensación de toque de queda no oficial, logró llegar únicamente hasta la mitad del camino. Tuvo que esperar al día siguiente para poder estar con su hija.

El sábado 22 de febrero a las 12:35 pm, frente a su madre, un cura y Saúl, Geraldine fue desconectada.

Saúl tenía esperanzas de ver a su única hija recuperada. “Me quitaron todo. Ya no tengo nada”, dijo después, durante un rosario.

La casona de más de cien años de la mamá de Saúl es el lugar donde Geraldine contaba chistes malos, de esos tan malos que al final hacían reír. Hoy toda su familia, la de piel y la de sangre, agradece cuanto Geraldine les hizo reír.

Fuente: Prodavinci.

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