Este lunes se cumplió una semana de la ocupación del núcleo Táchira de la Universidad de Los Andes por parte de un grupo de jóvenes que se identifican como estudiantes de esa y de otras instituciones del estado, quienes alegan que se encuentran en la sede “luchando por el país, y protegiendo las instalaciones del recinto académico”. En la entrevista que puede verse en video a continuación, los jóvenes atrincherados explican los motivos de su lucha y exigen la renuncia del gobernador Vielma Mora.
Los jóvenes emitieron un comunicado, en el cual recordaron que el gobernador José Gregorio Vielma Mora señaló el 9 de diciembre de 2014 que colocaría su cargo a la orden si algún estudiante resultaba herido de bala. Los acontecimientos de la última semana han dejado incluso, un liceísta de 14 años de edad muerto, identificado como Kluiverth Roa a manos de un agente de la Policía Nacional Bolivariana.
“A nosotros no se nos olvidan sus palabras y se lo exigimos. Señor Vielma Mora: renuncie ya”, dijo la vocera del movimiento estudiantil acompañada del resto de jóvenes que cubrieron sus rostros por medidas de protección “para evitar ser perseguidos por el gobierno”.
La trinchera desde adentro
Desde afuera solo se logra apreciar a los jóvenes que, con el rostro cubierto, hacen guardias en la avenida Universidad, en los muros, en varios puntos para vigilar a quienes intentan acercarse y, sobre todo, para prevenir la llegada de los cuerpos de seguridad. La vía se encuentra cerrada con diversos obstáculos como piedras, equipos de computación en desuso, cauchos, ramas y malla metálica; pero adentro la realidad es otra.
Este martes, en exclusiva, un equipo de Diario La Nación logró ingresar a las instalaciones de la ULA-Táchira y recorrer los espacios donde hace apenas una semana se impartían con normalidad las clases a unos 6 mil estudiantes de esa institución, y que hoy son la trinchera de protesta de un grupo de jóvenes.
Al conversar con las personas adentro de la ULA, uno de los primeros temas que mencionan es: “Ya se cumple una semana del asesinato de Kluiverth Roa, y nosotros nos mantenemos aquí en protesta por ese crimen y por todos los que se cometen a diario en el país; queremos un cambio para Venezuela y estamos luchando para lograrlo”, dicen con sus rostros cubiertos, pero sus rasgos evidencian que algunos apenas superan los 20 años de edad.
Están sentados en las bancas del hall, otros descansan un poco en las escaleras de ese mismo espacio, dos un poco más allá tratan de abrir una lata de atún para comer, algunos colaboran con la limpieza, así fue la escena de cómo transcurría la mañana del martes 3 de marzo en la ULA, que lucía un ambiente casi de supervivencia.
A un costado del mural, en la entrada principal de la institución, exhiben los estuches de bombas lacrimógenas y cartuchos de perdigones que aseguran les han lanzado; con esas mismas municiones hicieron una cruz y escribieron “Dios”. Otro trofeo del que hacen gala, son los escudos de la Policía que les han quitado durante los enfrentamientos; las paredes están repletas de pequeños carteles con mensajes: “Prefiero estar bravo en una protesta que pendejo en una cola”.
Aulas convertidas en habitaciones
Las aulas de clase de los edificios de la ULA están convertidas en habitaciones improvisadas. Sobre las mesas donde trabajan los estudiantes cotidianamente, colocaron sábanas, almohadas y cobijas para protegerse del frío, en la puerta de uno de los salones se lee un cartel a mano que dice: Combo El Búnker; y así varios espacios con un nombre que los identifica.
En el salón contiguo, una de las mujeres del grupo barre y recoge la basura. Allí, numerosos envases de vinagre, pan, atún, jamón endiablado, naranjas y refrescos, constituyen el aprovisionamiento; pan y enlatados es lo que consumen desde hace una semana, y otros alimentos sencillos que les llevan, según dicen ellos mismos “la sociedad civil, que nos ha colaborado mucho y a quienes agradecemos su apoyo”.
Nada es improvisado puertas adentro, tienen horarios para descansar, guardias para vigilar, y se reparten las demás tareas propias de la estadía en un lugar que no tiene las condiciones de una vivienda; incluso tienen diseñado cómo actuar “cuando vienen a atacarnos”.
“Aquí nadie duerme, y eso es lo que queremos que la gente piense, nosotros estamos aquí arriesgándonos por lo que creemos y necesitamos el apoyo de todos; dejamos la comodidad de nuestras casas para estar en esto”, dijo uno de los manifestantes, que como el resto solicita no ser identificado.
Noches de gases
Los ocupantes de la ULA-Táchira narran que ya perdieron la cuenta de las veces que la Guardia Nacional Bolivariana les ha lanzado gases lacrimógenos: “ellos vienen sobre todo de noche, lanzan bombas para adentro de la universidad, nos ahogamos aquí adentro. Una de las horas más seguras en que lanzan gases es entre las dos y las cuatro de la madrugada; ellos creen que estamos durmiendo y lo hacen como para despertarnos”.
Además, contaron que en reiteradas ocasiones les han disparado perdigones de plomo y metras, aunque reconocen que en los últimos dos días “los ataques han bajado su intensidad, pero durante el día a veces solo pasan, lanzan bombas y se van”.
Expresan que sus familias tienen temor, viven en zozobra por miedo a que les pase algo. “Mi mamá me dice que me vaya, pero ella sabe, yo se lo he dicho, que no voy a dejar de luchar por lo que yo creo, quiero un mejor país y eso no me lo cambia nadie”, dice uno de los jóvenes con su cara cubierta por una máscara de Guy Fawkes, usada por los seguidores del movimiento Anonymus.
En medio de la conversación revelan que no tiene intenciones de irse de la ULA y que, por el contrario, buscan conquistar otros espacios para seguir con su protesta desde el Táchira, estado que por este tipo de situaciones ha sido noticia nacional e internacional desde hace más de un año.
Estas son algunas imágenes que ha tomado el equipo del diario La Nación desde la ULA Táchira:
Laura Sobral / La Nación