Era la tarde del 21 de abril de 2014. Diego Arcaná García, estudiante venezolano de 23 años, estaba frente a una línea de fuego sin saberlo. En el este de Caracas continuaban las protestas callejeras contra el gobierno chavista de Nicolás Maduro y el disparo a quemarropa de una escopeta de bomba lacrimógena, directo a su ojo izquierdo, estaba por cambiarle el destino, así inicia un reportaje especial realizado por Univisión.
El joven formaba parte del grupo de estudiantes que se movilizó luego del asesinato del manifestante opositor Bassil Dacosta, a manos de la policía política venezolana, el 12 de febrero de 2014.
Este hecho desató una jornada de protestas que se prolongó por cinco meses, con un saldo de 43 muertos, y terminó convirtiendo a Arcaná en una de las 2,939 peticiones venezolanas de asilo político que recibió el gobierno de Estados Unidos en 2014.
Desde ese año, las solicitudes de protección de venezolanos en Estados Unidos se incrementaron 600%. En 2013, se registraron 855 peticiones. El año siguiente aumentaron a 2,939 y las cifras parciales de 2015, hasta noviembre, alcanzaban ya 6,013 solicitudes.
La cifra mensual de solicitudes venezolanas a Estados Unidos, pasó de 92 en febrero de 2014, a 900 en noviembre de 2015, según muestran los registros de la Oficina de Servicios de Ciudadanía e Imigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés), que analizó la unidad de Datos de Univision.
La estampida venezolana comenzó justo cuando empezó a arreciar la represión del gobierno de Maduro contra sus opositores, en febrero de 2014.
Cuando el movimiento disidente decidió salir a la calle a manifestarse, Venezuela ingresó al ránking de los 10 países que más solicitan asilo en suelo estadounidense, que mantiene USCIS.
Datos generales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) muestran que 2014 fue el año en el que más venezolanos (12,795) pidieron protección en otros países, desde 1969, cuando comienzan los registros.
En el año 2000, ese organismo documentó 643 peticiones.
Pasó de anfitriona a huésped
Los números de Acnur revelan que Venezuela no cuenta con una historia de vieja data en materia de emigración. Por el contrario, el país se caracterizó por acoger inmigrantes de la postguerra europea, un flujo constante de colombianos y a quienes huyeron de las dictaduras suramericanas, en los años 70.
Antes de 2014, el número de venezolanos que buscaba asilo era bajo con respecto a otros países latinoamericanos como Colombia, México, El Salvador o Guatemala. La primera petición que registra Acnur data de 1991 y fue de una sola persona. Esa cifra creció hasta superar las 1,000 peticiones anuales en 2002, justo cuando se intensificó la tensión política entre el gobierno de Hugo Chávez y la oposición.
La ola de protestas y la migratoria
La Organización No Gubernamental Foro Penal Venezolano, contabilizó más de 3,700 detenciones en Venezuela solo en 2014. De los detenidos, 31 siguen tras las rejas. Pero, en total, se tiene registro de 78 presos políticos, incluyendo al líder opositor, Leopoldo López.
Más de 2,000 personas salieron de la cárcel con medidas que los silenciaron, ya sea prohibición de uso de redes sociales, limitaciones al libre tránsito u orden de casa por cárcel.
Ante esta realidad, algunas víctimas y sus familias optaron por salir del país y buscar protección. Estados Unidos es su primera opción y le sigue Canadá.
El caso del estudiante Marco Aurelio Coello, procesado con la causa de Leopoldo López, es otra de las historias que engrosa la lista. Pero también la de su victimario, Franklin Nieves, uno de los fiscales que lo acusó y que luego de tocar suelo estadounidense confesó que el proceso legal fue una farsa y solicitó asilo.
Huyen de la violencia y la impunidad
Diego Arcaná García no sabe a cuál cuerpo policial pertenece el funcionario que le disparó. Pero el proyectil le provocó cinco fracturas en el globo ocular y un hematoma cerebral que lo mantuvo en Terapia Intensiva. Requirió dos intervenciones quirúrgicas, con cirugía plástica incluida. Luego vinieron las amenazas, que finalmente lo expulsaron del país.
“Como yo puse la denuncia en la clínica, cuando los fiscales fueron a interrogarme, querían que asistiera a la sede del Ministerio Público a una ronda de reconocimiento a policías. Yo me negué, porque uno sabe bien que en Venezuela si haces eso, o te desaparecen o te mueres”, narró a Univision Noticias.
El joven afirma que oficiales de Policía rodeaban la casa donde vivía solo con su madre, llamaban por teléfono a cualquier hora y lo seguían. “Un buen día mi mamá me compró el pasaje y me dijo que saliera. Dejé todo y me vine”.
El abogado venezolano, Julio Henríquez, preside en Boston, Massachusetts, la organización Refugees Freedom Program, una entidad que ayuda a los ciudadanos de ese país a gestionar sus solicitudes de asilo político en Estados Unidos.
“El aumento de venezolanos aplicando por asilo político es alarmante. Nosotros creemos que este número de venezolanos seguirá creciendo. Creemos que tienen que ser atendidas, desde el punto de vista legal y humanitario”, dijo.
Al cierre de esta nota, Diego Arcaná García no había obtenido respuesta sobre su caso de asilo.
Información de Univisión/ Por Tamoa Calzadilla @tamoac