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¡INCREÍBLE! Mientras se dedican a recoger firmas Exxon Mobil sigue depredando el Esequibo

Exxon Mobil sigue apoderándose del Esequibo, mientras, el Gobierno de Venezuela no le presta la atención necesaria. Prefiere enfocarse en planes de magnicidio, supuestas declaraciones de guerra y en recolectar firmas inservibles en contra de un decreto, que preocuparse por las operaciones que se hacen en el territorio en reclamación venezolano.

El único que se ha pronunciado, mientras en el país se ponía en marcha una maquinaria gigante para recolectar las firmas que serían llevadas el pasado 10 de este mes a la VII Cumbre de las Américas, ha sido Elvis Amoroso, quien dijo : «Operaciones de Exxon Mobil en el Esequibo carecen de legalidad», como si a la transnacional le interesara el tema de la ensalada jurídica que sirven los venezolanos o respetaran los derechos de los países que depredan.

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Existe un libro muy interesante de Juan Friede, La Batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819, a través de los archivos españoles (Bogotá: Banco de la República, 1969), publicado en ocasión del sesquicentenario de ese evento histórico, en el que constan testimonios especialmente interesantes por estar recogidos en documentos de los archivos españoles.

La obra refiere que, en julio de 1819, el comodoro Oliver Hazard Perry visitó la recién liberada Angostura, comisionado por Smith Thompson, en su carácter de responsable de la Armada, siguiendo instrucciones del Secretario del Estado John Quincey Adams.

La presencia de un militar y no de un diplomático obedecía a la decisión de no reconocer oficialmente nuestra existencia como Estado, solicitada por esa especie de plenipotenciario diplomático en que se convirtió José Cortés de Madariaga en la primera etapa de nuestra vida independiente.

Pero los iniciadores de un Imperio singular que perseguía la piratería y el tráfico de esclavos en las costas del Caribe, si quería entrar en las relaciones comerciales con la incipiente Nación.

Todo esto sin dejar a un lado su comercio con España. Como podemos constatar, esta dualidad refleja la tradición de anteponer sus negocios a cualquier otro interés; inclusive, con sacrificio de los principios.

Lo que es relevante para la historiografía, al margen de la eventual muerte de Perry por la fiebre amarilla, en las Bocas del Orinoco a bordo de la goleta «Nonsuch», fue la elaboración de un Diario que comienza el 11 de julio y finaliza el 25 de agosto, en Trinidad, por parte del capellán del barco, John N. Hambleton.

Aparte de detalles singulares sobre la región, inclusive las fortificaciones y defensas militares, el cronista dice recoger opiniones y datos en Angostura; y así, se atreve a formar opinión sobre Bolívar, ausente en ese momento por asumir su gloria y liberar a la Nueva Granada.

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Refiere Hambleton: «El gobierno es extremadamente sanguinario y frecuentemente condena a muerte sin juicio previo, civil o militar. Por cierto, me pregunto si en este país existe ley alguna salvo la voluntad de Bolívar, dictador absoluto». Aparte de esta antipática referencia, no encontré muchas afrentas de los norteamericanos a Venezuela.

Pero tengo que afirmarles un cierto grado de indignación personal contra los Estados Unidos y cierta voluntad favorable a la derogatoria del diabólico instrumento. Quizás a muchos de ustedes les cause extrañeza esta confesión pública, aparentemente contradictoria con la línea oficial de estas crónicas dominicas tan adjetivadas y plenas de epítetos contra la barbarie roja.

Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con un documento que centra el problema de la corrupción y violación de derechos humanos solo en siete personeros de este régimen. Esto es realmente injusto ya que quedaron por fuera protagonistas más destacados, depredadores más ávidos, capos más feroces. El Obama resultó ser un buen aliado de estos ausentes perdonados por la magnificencia gringa.

Forcemos la mente buscando las afrentas más terribles, los ataques marcados por la crueldad, las invasiones sangrientas y los desencuentros profundos entre el Monstruo del Norte y nuestra patria querida.

Quizás producto de mis vagos conocimientos de historia o por mi marcada incapacidad investigativa no encontré pistas de tan cruento aborrecimiento, tampoco justificativos, como si existen y los tienen países latinoamericanos que han sufrido la agresión gringa.

México fue desmembrado de forma macabra gracias al mismo patrioterismo ramplón de personajes como Santa Ana, bocón connotado. Ladran mucho y luego corren. Hay muchos de ellos en República Dominicana, Colombia, Panamá, Grenada, Hondura, Nicaragua, El Salvador y pare usted de contar. Aquí también.

Pero por más que la indagación se profundice no aparecen ejemplos históricos de una mala relación con Venezuela. Al contrario, cuando la huella insolente del extranjero mancilló el suelo patrio, gracias a Cipriano Castro, otro nefasto patriotero como esos que hoy lo emulan, la reacción de los Estados Unidos fue de vigorosa defensa del interés nacional.

El truco más viejo de los autoritarismos y totalitarismos es fabricar enemigos internos y externos que justifiquen sus desmanes, ineficiencia y la violación de derechos humanos. Recientemente se conmemoró la derrota Argentina en Las Malvinas; precisamente, un ejemplo de lo que estoy advirtiendo.

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Los militares quisieron jugar con fuego y se quemaron ellos con una generación de la juventud de su país. Los Nazis hicieron lo propio, el Fundamentalismo Islámico también.

Llevan a la destrucción con su discurso guerrerista y de muerte. Al final, resulta todo de lo más contradictorio.

Solo para ejemplificar, mientras los patrioteros rojos (incluyendo a militares) se dedican a recoger firmas, Exxon Mobil sigue depredando el Esequibo. Y encima tenemos que soportar comentarios y declaraciones que reflejan el grado máximo de idiotez como la de Elvis Amoroso: «Operaciones de Exxon Mobil en el Esequibo carecen de legalidad», como si a la transnacional le interesara el tema de la ensalada jurídica que sirven los venezolanos o respetaran los derechos de los países que depredan.

La soberanía no se defiende con firmas. Por lo pronto, tenemos que soportar el bochorno de presenciar el espectáculo singular de que sean los que entregaron Venezuela a Cuba los garantes de la dignidad nacional. ¡CABRONES!

Con información de Luis Chumaceiro – Tal Cual Digital.

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