Los familiares de los niños fallecidos exigen investigar al personal médico y procedimiento de la institución. Luisa García, directora del centro de salud, alega irresponsabilidad de las madres por no cumplir con el control previo ante la advertencia de una posible infección. Entró al Hospital Chiquinquirá con una orden de cesárea, pero la obligaron a parir, durante 21 horas estuvo en la sala de parto sin lograr el cometido. Rosmery Fuenmayor, de 27 años de edad y 41 semanas de gestación, ingresó al centro de salud el viernes 16 de mayo a las 8.30 de la mañana, con dolores de parto y un diagnóstico indicador de que el bebé venía en camino con el cordón próximo al polo cefálico, el cual impediría por su ubicación la salida por el conducto de parto.
Pese al diagnóstico, Beatriz Fuenmayor, madre de la paciente, denunció que en el centro la obligaron a forzar y empujar al bebé. “La doctora de guardia decía que si antes trajo al mundo dos bebés de 3,800 y 3,500 kilogramos de peso por trabajo de parto, podía igual con su tercera hija. Le hacían presión con las manos encima de la barriga, pero la bebé se volvía a subir dentro porque el cordón no la dejaba salir”.
Con 21 horas después de forcejeo, y apenas cinco centímetros de dilatación obtenidos, es que deciden trasladarla a pabellón para la cesárea. El sábado 17, a las 6.20 de la mañana, nació Merielvis Sofía González Fuenmayor con un peso de 3,400 kg en aparentes buenas condiciones. Pero ese mismo día la mala noticia se esparció entre los pasillos del centro de salud. “Hay problemas con tres bebés”, le informaron a Fuenmayor que de inmediato comprobó que una se trataba de su nieta.
“La pediatra me dijo que la bebé tenía sufrimiento fetal con bote de coágulos de sangre por el pulmón, por problemas registrados en la sala de parto. Aseguró no tener la culpa del tratamiento recibido antes del nacimiento, y los ginecobstetras de guardia se lavaron las manos”.
El domingo, la bebé sufrió cuatro paros respiratorios aislados, según informaron a los familiares, y falleció media hora después de haber sido cargada por su mamá (3.00 de la tarde). Al mismo tiempo Anthony Lugo, esposo de Cindy Beatriz Gómez Pirela, recibió ese día la noticia de que su pequeño también murió por un paro respiratorio.
Cindy, de 19 años, habría ingresado el viernes 16 al centro de salud con 39 semanas de gestación y un último ecograma hemodinámico que evidenciaba una pelvis demasiado cerrada para un trabajo de parto. «Pero la doctora de guardia también la obligó a parir», reprochó Lugo. “Después de ocho horas en que ella sufrió mucho, los médicos se dan cuenta de que el niño tenía el cordón enredado en el cuello. Le practicaron la cesárea y nace con una dificultad para respirar.
Kevin Alejandro Lugo Gómez, de 52 centímetros y tres kilos y medio de peso, permaneció intubado sus primeras horas de vida. Pero no resistió. Sus padres culpan al personal del Chiquinquirá, en especial a la doctora de guardia, Solciré González, por no acatar los diagnósticos y obligar los trabajos de parto que afectaron los nacimientos de los bebés. Ambas familias exigen iniciar una investigación de los procedimientos practicados en el servicio.
Lo niegan
Luisa García, directora del Hospital Chiquinquirá, en compañía de Henry Barroso, jefe de ginecobstetricia, de guardia el viernes 16, negaron mala praxis dentro del servicio. Con expedientes médicos en mano -que no coincidían del todo con la información aportada por los padres- alegaron que los niños murieron por irresponsabilidad por parte de las madres al no cumplir con los tratamientos asignados en los controles prenatales.
Explicaron que Cindy registró una infección vaginal en el primer trimestre y una urinaria en el segundo durante el embarazo, ambas no tratadas, según el informe. Se le practicó una cesárea segmentada por falta de dilatación. “El bebé respiró y lloró. Pero nació infectado, los microorganismos no combatidos subieron hacia el útero”, apuntó García.
Alegó por su parte que Rosmery Fuenmayor ingresó por una inducción a parto en la mañana, y a las 6.00 de la tarde arrancó el trabajo que tardó 12 horas, tiempo de dilatación previsto. Sin embargo, se le debió practicar una cesárea segmentada por una “distocia de descenso” debido a que el bebé no bajó por el canal ante la ubicación del cordón. Nació infectado luego de la aspiración de meconio dentro de la barriga.
“Ese niño también venía infectado según la historia. Son ejemplos de que las madres no deben tomarse en juego o a la ligera un embarazo. Los niños nacen con problemas porque las madres no cumplieron el control prenatal, no porque los obstétras no hagan su trabajo”, sentenció García.
Tercer niño muere el mismo día
Henry Barroso, jefe de ginecobstetricia de guardia el viernes 16, confirmó que ese día falleció otro neonato en el centro de salud luego de que la madre ingresara con ocho centímetros de dilatación,con 27 semanas de gestación, situación conocida como embarazo pre término. “Las oportunidades de que ese bebé viviera eran escasas. A partir de las 34 semanas es que tienen sus pulmones formados. No era el caso”, reseñó el portal del diario La Verdad.
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