Este viernes, Milagros Sosa se llevó una sorpresa cuando fue a encender su Aveo plateado en el estacionamiento de las residencias Tiny, donde tiene un puesto alquilado. En el capó y el parabrisas había unos orificios inconfundibles, ocasionados por el paso de proyectiles. Su auto, así como otros tantos aparcados en el mismo sótano, sufrió las consecuencias de un tiroteo que el jueves en la noche mantuvo en vilo a los vecinos de la avenida Este 7, reseña El Nacional.
Los residentes del sector y trabajadores del estacionamiento relataron que poco después de las 8:00 pm una comisión de la Dirección Nacional de Vehículos de la policía judicial prácticamente tomó el local. Los agentes sacaron del sitio a los vecinos. A los residentes del edificio les advirtieron que no salieran, pues podrían correr peligro.
A las 8:30 pm llegó al lugar, que está ubicado entre las esquinas Esperanza y La Fe, un grupo de aproximadamente 15 personas, entre ellas por lo menos 2 mujeres. Los testimonios recabados indican que todos ellos iban a pie, algunos armados.
Parte del grupo permaneció en la vía que comunica la avenida con el estacionamiento, mientras que los demás se adentraron en el local, con la aparente intención de apoderarse de algunos vehículos. Adentro fueron sorprendidos por los policías, que los esperaban ocultos en distintos puntos.
Cuatro personas murieron en el intercambio de disparos dentro del aparcadero. El viernes en la mañana todavía quedaban pequeños pozos de sangre en el lugar donde tradicionalmente se entregan los autos al parquero.
Cuando comenzaron los disparos, el grupo de compinches que permanecía afuera se dispersó. Tres de ellos, incluida una de las mujeres, intentaron apoderarse de una camioneta Toyota Fortuner que se alejaba del lugar por la esquina La Fe. Era conducida por un comerciante de la zona. Pero los antisociales no pudieron robarla, pues el hombre aprovechó el desconcierto de ellos cuando vieron que todas las puertas tenían el seguro pasado.
Otros dos antisociales fueron ultimados durante rastreos llevados a cabo por los agentes inmediatamente después del enfrentamiento en el estacionamiento.
Todos los fallecidos fueron llevados en patrullas policiales al hospital José María Vargas. Tres de ellos no portaban documentos. Tenían estaturas de, aproximadamente, 1,75 metros. Los demás fueron identificados como José Rada Jaramillo, de 35 años de edad; Lesbie Gabriel López López, de 30 años, habitante de la zona central del 23 de Enero, y Junior Eli Rondón López, de 21 años, residente de Ciudad Lozada en los Valles del Tuy.
Frente al edificio donde ocurrió el suceso hay una cámara de vigilancia que supuestamente captó algunos detalles de lo ocurrido.
Todos los vecinos coincidieron en señalar que el sector, aunque cuenta con vigilancia policial, es frecuentado permanentemente por antisociales, quienes en su mayoría se trasladan en motos. Asaltan tanto los locales comerciales como a los transeúntes. No obstante, en ese estacionamiento nunca fueron reportados robos o hurtos de vehículos.
El 14 de abril, en ese mismo sector, fue asesinado el mensajero del Tribunal Supremo de Justicia Gerlyn Adán Carrasco, de 28 años de edad. Le dispararon para robarle su moto personal.
¿Vuelve la “mano dura”?. Con este procedimiento, suman 10 personas muertas en enfrentamientos con unidades de la policía judicial en Caracas. Todos reportados en menos de 24 horas.
Los otros casos fueron reportados en el barrio El Limón (parroquia Sucre) y en Vista Hermosa (Petare). En el primero fueron ultimados Alfredo Rojas y Jean Carlos Martínez. En el otro, Johan David Martínez y Luis José Sanquiz fallecieron al hacer armas contra agentes de Antiextorsión y Secuestros.
Esta es la cifra de muertos por supuesta resistencia a la autoridad más elevada en un solo día en la capital desde octubre de 2014, cuando efectivos del mismo cuerpo mataron a cinco integrantes de los colectivos Escudo de la Revolución y 5 de Marzo en el edificio Manfredir de la avenida Sur 2.
El revuelo posterior precipitó la destitución del titular del MRI mayor general Miguel Rodríguez Torres. A partir de ese momento, se ordenó extrema cautela en los procedimientos de la policía judicial. Esto ocasionó la inmediata disminución en los decesos por resistencia a la autoridad.
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