El dicho “más vivo imposible” aplica perfecto a la vida de Pedro Antonio Bravo Andrade, quien haciendo gala de la mal llamada viveza criolla, estafó a cientos de ciudadanos venezolanos y de otras nacionalidades en tierras estadounidenses bajo un falso negocio que arrojaría, en poco tiempo, ganancias.
Pedro Bravo cortesía El Nacional
De acuerdo a la información suministrada por víctimas, Pedro Bravo, quien vivía en Miami, contactaba a las personas para ofrecerles un “negocio redondo” el cual era aportar dinero para comprar un vehículo en mal estado, restaurarlo y revenderlo para así obtener el doble de ganancia.
Bravo tenía un taller mecánico el cual usaba de fachada, una vez que las personas le hacían entrega del dinero, éste desaparecía y no podía ser localizado ni por teléfono ni en su residencia, además de cerrar el establecimiento el cual seguía abriendo pero en otras localidades para seguir con el mismo modus operandi.
“Él decía que en dos meses ya estaba listo el negocio. Parecía atractivo porque al año podías sacar unos seis carros. Cuando se le depositaba ya cambiaba la tónica, ya no respondía, perdía el interés, se desvinculaba, empezaba a cambiar números de teléfono, cambiaba de dirección y de taller”, explicó Rey Pupo, puertorriqueño, en una entrevista telefónica para El Nacional Web.
Este vándalo estafó a muchas personas de su círculo social cercano y no tan cercano. Una de las víctimas decidió poner la denuncia ante la justicia de ese país, lo que comenzó como un espiral encontrándose en el camino a más personas que habían caído en la trampa.
Hasta el sol de hoy, este individuo es buscando por las autoridades, sin embargo se desconoce su paradero.
Redacción Maduradas con información de El Nacional
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