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¡PARTE EL ALMA! Carta abierta de Antonieta Ledezma, hija del nuevo preso político de Maduro

Me despedí de mi papá el 2 de enero como se hizo costumbre para todos los hijos venezolanos que nos tocó partir, como coloquialmente se dice «con el corazón en las manos» y ese miedo que nosotros los venezolanos conocemos muy bien que nos invade de dudas e incertidumbre con preguntas como, «¿Cuándo te voy a volver a ver?, «¿Me prometes que te vas a cuidar?», «No estés saliendo si no lo tienes que hacer». Viéndome a los ojos hinchados de llorar me prometió que nos reencontraríamos pronto, aunque muy dentro de mí sabia que ese pronto se convertiría en largos meses jamás pensé que seria la última vez que abrazaría a mi padre en libertad.

Para quienes no lo conocen, Antonio Ledezma, es mucho más que un político que lleva su vida entera dedicado en cuerpo y alma a Venezuela, es un padre de familia y como ninguno. Mi papa nació en San Juan de Los Morros, Edo. Guarico y desde una muy temprana edad siempre sintió una inmensa pasión por la política y el bienestar de todos los que lo rodeaban. Ha dedicado su espíritu a la lucha por Venezuela.

Esposa de Ledezma Mitzy y Lilian 3

Desde muy pequeños mis hermanos y hermanas Mitzy, Vanessa, Oriette, Isabel, Daniela, Victor y yo entendimos que la vida nos había puesto a un padre guerrero, que teníamos que compartir con el país.

A lo largo de su trayectoria política, la vida le ha puesto no solo victorias, también derrotas, las cuales jamás llegaron a doblegar su espíritu. Al contrario, a partir de ellas ha logrado ser ese hombre sereno, indetenible, amoroso y dedicado a su trabajo.

Aún recuerdo cuando ganó las elecciones a la Alcaldía Metropolitana. Desde el primer día, la tomó como su propia familia y se hizo responsable por cada uno de los trabajadores de esa institución. Con el compromiso de devolverle las esperanzas a todas esas personas que votaron por el, creyendo en que aun podíamos ser un país demócrata y libre.

Tal es su compromiso, que cuando cruelmente Chávez, no le quiso dar los recursos para pagarle a más de miles de trabajadores, inició a sus 54 años de edad, una huelga de hambre en la cede de la OEA de Caracas, exigiendo por los derechos de esas miles de personas privadas de su sueldo.

Recuerdo mi madre desesperada, preguntándole ¿Por qué hacía esto?, que buscáramos otra forma de hacer al gobierno entrar en razón y mi padre con esa serenidad que tanto le caracteriza, respondió, que ese era un acto consultado con su compromiso con los trabajadores y los ciudadanos que votaron creyeron en el, y con su conciencia, en donde buscaba vivir en paz consigo mismo.

Ese es Antonio Ledezma, ese es mi padre. Ese hombre que hoy, Maduro y Cabello pusieron arbitrariamente tras las rejas. Burlándose, una vez más, de todos nosotros los venezolanos.

Familia-de-Ledezma

Mi padre fue llevado de su oficina de una manera violenta, y durante horas fuimos sometidos al terror psicológico de no dejarnos saber su ubicación y su estado de salud físico y mental.

Ayer, cuando me enteró que era trasladado, a la cárcel militar Ramo Verde. En medio de tanta desesperación y dolor me senté a rezar y Dios me dio claridad para entender que esto es parte de su lucha y el compromiso que él tiene con Venezuela. Y hoy, ese compromiso, se hace mío también.

Con esta carta no pretendo que nadie sienta lastima por mi, mi familia, y menos por mi país, yo sé que nosotros los venezolanos, somos gente fuerte que estamos viviendo un momento crítico en nuestra historia. Hoy quiero dirigirme a todo aquel que tenga un padre, una madre, hermanos o hermanas, que me ayuden y se conviertan, junto a mi, la voz de mi padre.

Es nuestro turno de salir a la calle y demostrarle a este gobierno que Ledezma, Leopoldo, Ceballos y ningún preso político está solo, demostrar que el pueblo venezolano es bravo y se respeta.

Pido a todos los medios internacionales, por favor, no nos dejen solos, y corran la voz, para que el mundo sepa lo que pasa en mi país.

Hoy junto a mi luchadora madre y hermanos estamos enfrentando una prueba muy dura, pero no tenemos miedo. Hoy, más que nunca, estoy orgullosa de decir que soy venezolana y que junto a todos mis hermanos venezolanos en el país y en el exterior estamos haciendo historia.

Por Antonieta Ledezma.

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