El hecho que los inmigrantes lleguen a Venezuela con medicinas en mano para familiares y amigos, que el petróleo se encuentre en 53 dólares por barril y haya menos producción nacional, determina que el país está en el mismo nivel que la isla de Cuba.
La caída del precio petrolero traerá como consecuencia que para 2015, el país no podrá importar lo que con barril a 100 dólares, hacía hace algunos meses. La pésima consecuencia es que el régimen venezolano se encargó de quebrar, ahogar y expropiar las empresas que mantenían la producción, sentenció el economista Miguel Ángel Santos.
El panorama para 2015 es complejo, pues si el Gobierno opta por actuar o no ante la crisis económica, igual habrá consecuencias determinantes que quien las pagará, será el ciudadano de a pie.
“Hasta ahora no ha habido ninguna reacción en respuesta a la crisis: el gobierno se encuentra paralizado. Hace unos meses ya era evidente su falta de disposición a hacer ajustes, sobre todo en lo que respecta al gasto público. También era evidente que, cualquier contribución fiscal resultante de la devaluación implícita por movimientos entre las tasas oficiales, era más que compensada por un aumento del gasto. Así, si el déficit fiscal al cierre del 2013 era de 17%, para el 2014 esa cifra se aproxima más a 20%”.
Santos catalogó la crisis del país como un cataclismo, el Gobierno, durante los tiempos de Hugo Chávez, satanizó la independencia del Banco Central de Venezuela (BCV), la etiquetó de neoliberal e imperialista y con ello abrió la puerta al financiamiento del déficit público imprimiendo billete.
Al ritmo que va Venezuela, con inflación cerca de 70%, barril del petróleo en 53 dólares, la alternativa que tendrá el régimen para mantener el gasto público en medio de un año electoral, será imprimir entre 140% y 150% más de monedas y billetes. “Es una locura, sí, pero ya el punto a donde hemos llegado es una locura. Es entre eso, o aumentar la gasolina, devaluar y recortar el gasto en medio de comicios”.
Hasta ahora, todas las acciones que ha tomado el gobierno refuerzan la idea de que no tiene cómo enfrentar la crisis, de que a ratos tampoco tiene ninguna voluntad e intención de hacerlo, y eso deteriora las expectativas y acentúa la demanda de dólares en el mercado paralelo.