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¡REALMENTE ALARMANTE! Esto es lo que piensa Luis Salas, el radical nuevo ministro de Economía

Luis Salas Rodríguez, el hombre a quien el presidente Nicolás Maduro ha nombrado como Ministro de Economía Productiva, con la misión de coordinar a todo el gabinete económico, es Sociólogo graduado en la Universidad Central de Venezuela y director del Centro de Estudios del Programa de Formación de Grado de Economía Política de la .

En junio de 2015 publicó el ensayo «22 Claves para entender y combatir la guerra económica», en donde da algunos pistas de su posición respecto a la actual crisis económica, lo que desató las críticas y encendió las alertas de los economistas del país que lo consideran un «teórico radical» del socialismo.

Foto: VTV

Foto: VTV

¿Qué piensa Luis Salas, nuevo ministro de Economía, sobre inflación, controles y guerra económica?

Sobre la inflación:

Salas afirma que la inflación obedece a la tasa de ganancia de las empresas.

“La inflación no es una distorsión de los mercados. Es una operación de transferencia de los ingresos y de la riqueza social desde un(os) sector(res) de la población hacia otro(s) por la vía del aumento de los precios. En lo fundamental, esta transferencia se produce desde los asalariados hacia los empresarios, pero también desde una fracción del empresariado hacia otra fracción de los mismos”.

«La inflación es el correlato económico del fascismo político.  La inflación no existe en la vida real».

Agrega que “no tiene mucho sentido seguir hablando de ‘inflación y escasez’ cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamiento”.

«La inflación se usa como herramienta de lucha política, para presionar a gobiernos, imponer intereses o simple y llanamente conspirar desesperando a la población, desmoralizándola y atizando el odio al confrontarla entre ella. En los casos en que se le utiliza
abiertamente como herramienta de lucha política su correlato
es la “escasez”.

Tal es la condición necesaria para imponer la lógica de la sobrevivencia del más fuerte, que en este caso se expresa a través del que tiene más plata al momento para comprar o del que llega más rápido y se lleva toda la
existencia, en una especie de saqueo organizado».

Continúa:

“Los precios aumentan no por la escasez en sí misma, sino por las relaciones en medio de las cuales se produce, que en el caso de las economías capitalistas están mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del otro: el egoísmo, tal y como lo llamó bien temprano Adam Smith, o la “maximización de los beneficios”, tal y como lo dirían más tarde elegantemente los utilitaristas y neoclásicos. Ese egoísmo y el marco de competencia sobre el cual se da es lo que lo propicia y explica”.

«En nuestro caso, el mal diagnóstico comienza cuando se habla de “inflación” para referirse al problema de los altos precios de los bienes y servicios

Sobre el control de los precios:

El ahora ministro se declara defensor del control de precios y afirma:

“El control de precios en los mercados es un falso problema porque en los mercados los precios siempre están controlados: en realidad, cuando los economistas se refieren al control de los precios como problema, se están refiriendo al control de precios del Estado. Para la mayoría de ellos, debe dejarse que el ‘libre juego’ de la oferta y la demanda se realice y autorregule los mercados. Sin embargo, en la única economía donde esa autorregulación funciona es en la de los manuales con que estudiaron dichos economistas”.

«Argumentar que hay que eliminar un control de precios porque es malo, no cumple con su cometido, hace que suban más los precios, que se cree un mercado negro, el contrabando o la fuga de divisas, es tan absurdo como decir que hay que eliminar código penal o las cárceles porque las autoridades no pueden meter a todos los delincuentes presos o existe impunidad».

«Si el control de precios no funciona o tiene fallas, hay que mejorarlo, pero no quitarlo, pues quitarlo no soluciona el problema. Si el Estado no controla los precios, los precios seguirán siendo controlados y nunca existirán mercados perfectamente equilibrados por la “mano invisible” del
mercado».

Sobre el sector empresarial

Luis Salas Rodríguez también considera que el sector privado venezolano es parasitario:

“La clase “empresarial” venezolana es una clase vividora y malcriada que a lo largo del tiempo se convirtió en un tumor económico que vive y subsiste de la renta petrolera y la expoliación del salario de los trabajadores y trabajadoras a través de la especulación”

Y agrega:

“…los capitalistas en Venezuela se apropian por la vía de la especulación en la esfera del consumo de aquello que no pueden apropiarse del todo en la esfera del trabajo, dadas las barreras legales que tienen para ello, barreras que, como todo el mundo en este país sabe, fueron no solo recuperadas sino llevadas a un nivel superior en los últimos quince años”

Sobre la «Guerra Económica»

Salas Rodríguez cree firmemente en que Venezuela sufre una guerra económica:

«Hay que tener claro que la guerra económica debe entenderse antes que cualquier otra cosa, precisamente, como un guerra. Y en cuanto tal, supone la voluntad tanto de imponerse sobre el otro como de crear las condiciones que así lo permitan».

“El fin último de la guerra económica emprendida por la burguesía parásita es la consolidación de las condiciones sociales de reproducción y explotación de los grupos concentrados, transnacionalizados, mafiosos y especulativos sobre la sociedad, lo cual pasa por la derrota del Gobierno, pero también por el aplastamiento de cualquier iniciativa popular y ciudadana de oponérsele”

En materia financiera, el nuevo ministro indica que es necesaria:

“la creación de un novedoso sistema bancario, financiero y de intermediación distinto al privado, pero también público, que debería erigirse a partir de la experiencia de la banca comunal, con un doble propósito: por una parte, financiar y reproducir el “socialismo productivo”; y por la otra, reducir y –a largo plazo evitar– que la renta petrolera, el presupuesto público en general y los propios recursos “hechos en socialismo” sigan drenando el capital financiero y comercial, aumentando las condiciones de desigualdad, atrofia y concentración que caracterizan nuestra economía y, por tanto, nuestra sociedad”

Finalmente, el nuevo ministro considera que:

“derrotar la guerra económica pasa en un primer momento por replicar en la esfera del consumo las mismas garantías que la población tiene en la del trabajo, entre las cuales se encuentra como principal la de no quedar a merced de los especuladores y tener a dónde recurrir para exigir sus derechos. Al mismo tiempo, y en razón de lo mismo, combatir la guerra económica implica generar una movilización popular y ciudadana en defensa de los derechos colectivos donde, entre otras cuestiones, la gente debe tener claro quiénes son los que especulan, dónde están y cómo lo hacen”

Sobre la ley de la oferta y la demanda

Lo que quiero decir es que en una situación de escasez –real o ficticia, accidental o provocada– o donde la demanda de la población está muy por encima de la capacidad de satisfacerla, bien por la producción interna o bien por las importaciones, no supone de suyo que los precios aumenten.

Los precios aumentan no por la escasez en sí misma, sino por las relaciones en medio de las cuales se produce, que en el caso de las economías capitalistas están mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del otro: el egoísmo, tal y como lo llamó bien temprano Adam Smith, o la “maximización de los beneficios”, tal y como lo dirían más tarde elegantemente los utilitaristas y neoclásicos”.

Sobre la “banca comunal”

“Sustituir la acumulación individual y la explotación como principio organizador de lo económico y social por un modelo productivo basado en la lógica de lo común; lo cual por cierto también incluye la creación de un novedoso sistema bancario, financiero y de intermediación distinto al privado, pero también público, que debería erigirse a partir de la experiencia de la banca comunal, con un doble propósito: por una parte, financiar y reproducir el “socialismo productivo”; y por la otra, reducir y –a largo plazo evitar– que la renta petrolera, el presupuesto público en general y los propios recursos “hechos en socialismo” sigan drenando el capital financiero y comercial, aumentando las condiciones de desigualdad, atrofia y concentración que caracterizan nuestra economía y, por tanto, nuestra sociedad”.

Con información de Prodavinci / Folleto Guerra Económica / Runrunes.

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