La economía de Venezuela se encuentra seriamente dañada, según The Economist. La inflación interanual en agosto fue del 63,4%, aunque el semanario británico asegura que en el último dato la cifra del IPC ya alcanza los tres dígitos; el crecimiento del PIB se ha estancado; algunos bienes básicos escasean en los supermercados; y por si esto fuera poco, su principal fuente de ingresos, el petróleo, sigue corrigiendo su precio ante la creciente oferta de ‘oro negro’, publica El Economista.com
Ante esta situación insostenible, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, decretó el viernes pasado un recorte del gasto público que incluye una reducción de los sueldos de los altos funcionarios para enfrentar la caída de los precios del crudo.
Las exportaciones petroleras representan el 96% de los ingresos en divisas para el país presidido por Nicolás Maduro, y es la principal fuente de financiación de los programas sociales.
The Economist señala que la economía se encuentra en un profundo bache, la producción está estancada mientras que la inflación interanual crece por encima del 63%: “Algunos alimentos básicos como la harina o el aceite para cocinar escasean, la población tiene que hacer largas colas en los supermercados para poder acceder a estos bienes básicos”, aseguran desde el semanario británico.
Ante esta complicada situación, dos terceras partes del electorado sostiene que Maduro no debería ser reelegido en las próximas elecciones parlamentarias de Venezuela.
Maduro debe hacer reformas
The Economist afirma que si Maduro quiere reanimar a la economía de Venezuela debe realizar cambios importantes en su política económica: “Debe reformar el su política monetaria en lo que se refiere a sus intervenciones en el mercado de divisas. Por otra parte también debe reformar el control de precios que ejerce sobre determinados bienes y servicios, impidiendo así su libre producción”.
A pesar de la situación económica del país y de la profunda erosión que ha vivido la imagen de Maduro en los últimos meses, el semanario británico duda de una hipotética victoria del grupo opositor en las próximas elecciones.
“Mesa de la Unidad Democrática es una alianza que se encuentra muy dividida. Es un partido que consiste en la unión de decenas de partidos. Muchos de sus simpatizantes se muestran reacios a acudir a las urnas porque no confían en el sistema electoral, porque opinan que está controlado y manipulado por el actual Gobierno”, culmina The Economist.