Este jueves, al mediodía, salieron del Destacamento 51 de la Guardia Nacional, en El Paraíso, tres autobuses repletos de jóvenes. El destino: el Palacio de Justicia. Padres, representantes y amigos gritaban “esos son los héroes de Venezuela” y “libertad, libertad”, mientras los 78 muchachos que fueron detenidos el miércoles en Los Palos Grandes eran trasladados para la presentación ante la justicia. Al cierre de esta edición, solo se conocía que el Tribunal 26 de Control llevará la audiencia.
Lilia Camejo, directora del Foro Penal Venezolano, indicó que la cifra total de aprehendidos fue de 105 personas, pero que entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves dejaron en libertad a los 11 menores de edad, a un menor con discapacidad y a las 15 mujeres.
A los muchachos los detuvieron frente a la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo donde terminó la marcha que partió desde la Plaza Brion y que inicialmente iba a la Fiscalía. La protesta solicitaba la libertad plena de los estudiantes que siguen en prisión, reseñó el portal del diario El Nacional.
Según los relatos de quienes estuvieron en el lugar, la Guardia Nacional emboscó a los asistentes a la manifestación. Un contingente estaba cerca de la Clínica La Floresta y otros esperaban en algunas transversales de Los Palos Grandes. Cuando los estudiantes escucharon el sonido de las motos que venían de La Floresta, comenzaron a correr hacia arriba y fue entonces cuando los GN que esperaban entre las calles lanzaron las bombas lacrimógenas.
“Cuando íbamos corriendo por una de las calles internas, un muchacho se estaba regresando y me gritaba que lo ayudara. Me le guindé pensando que así no se lo llevarían, pero me lo arrancaron de los brazos y lo detuvieron”, contó Lucía Betancourt, quien acompañó a su hijo Omar Cañizales a la protesta y vio cómo lo aprehendían.
Jenny Hermoso, familiar de Andrés Colina, de 23 años, cree que fue una “cobardía” que los hayan rodeado. “Los emboscaron, los pusieron como si fueran bolsas de basura unos encima de otros”.
Eduardo Colina, de 26 años, logró zafarse. Su hermano Andrés no tuvo la misma suerte. Colina indicó que cuando los manifestantes comenzaron a correr vio a una gran cantidad de funcionarios motorizados detrás de ellos. El grupo con el que estaba se dividió. Unos se metieron en un galpón, donde la GN los cercó, les lanzaron bombas lacrimógenas y los obligaron a salir para detenerlos. Los otros, entre los que se contaba Colina, lograron pasar por una quebrada, se treparon por un árbol caído y entraron a un edificio en donde los resguardaron hasta las 11:30 pm, cuando lograron salir.
Otra de las madres que no quiso ser identificada dijo que a su hijo lo agarraron cuando ya se había retirado de la manifestación. “Mi hijo me escribió un mensaje de texto que decía ‘mamá, estoy comiendo en Burger King. Acaba de entrar la Guardia, creo que me van a llevar”.
Daniel Navarrete, de 25 años y estudiante de Mecánica y Producción de la Universidad Metropolitana, tenía poco tiempo en el lugar. Su mamá, María Elena Fernández, dijo que su hijo había entrado a un local para usar el baño y cuando salió vio el desbarajuste y lo atraparon.
Los familiares que pudieron ver a los detenidos en la mañana de ayer, coincidieron en que los habían tratado bien, no estaban golpeados y les habían dado de comer. Sin embargo, Eudys Cumana, madre Anthony Muñoz, denunció que su hijo, de 24 años de edad, fue golpeado al momento de la captura. “Mi hijo tiene una hernia discal. Uno de los guardias se le montó encima y lo golpeó. Tenía marcas en la frente y en la espalda. Me dijo que también dos funcionarios lo metieron en el baño y le pegaron”.
Detenido joven especial
Nauyin Andrade, de 17 años de edad y con retardo mental moderado, estuvo detenido siete horas en el Destacamento 51 de la Guardia Nacional. El miércoles, a la 1:00 pm, fue capturado por militares cuando iba a un curso de computación en Altamira.
“Él no protestaba, solo era un transeúnte. Como tiene una condición especial, no supo reaccionar ante la situación ocurrida entre manifestantes y guardias nacionales. Me lo entregaron cuando fui a buscarlo”, contó Catherine Andrade, mamá del adolescente.
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