A Daniella, de tan solo cuatro años, le descubrieron un tumor maligno en su cerebro que debía ser removido. Sus padres, con escasos recursos, comenzaron a adquirir deudas desde el primer momento y, pese a sus innumerables esfuerzos, la pequeña falleció.
Foto: El Nacional.
La niña pasó por diferentes tratamientos, radioterapias y quimioterapias, pero pronto se sumó un problema a su diagnóstico: la inflamación de un músculo del corazón.
Luego de unos días de mejorías, en los que incluso el tumor se redujo a menos de la mitad de su tamaño inicial, la pequeña registró un absceso en sus amígdalas y debían extraerlas a través de una costosa operación que sus padres no podían pagar. Consiguieron realizársela en el J.M. de Los Ríos, allí descubrieron que además del absceso en sus amígdalas había un tumor, que también lograron extraer.
En medio de los estudios posteriores un nuevo hallazgo en el área rinofaringe de la menor sorprendió a la familia, otro tumor. Fue extraído por completo, pero en la fase de recuperación decayó.
Sin embargo, la lucha continuo entre mejoras y recaídas, con las dificultades propias de una crisis hospitalaria: escasez de medicamentos, falta de insumos en los centros de salud y demás precariedades que afectaron a la paciente.
Con ayuda de organizaciones y fundaciones se lograron superar muchos obstáculos, hasta que reapareció el tumor cerebral que le costó la vida.
“Ella se volteó como para pelear con su papá —para ese momento no podía hablar, así que le peló los ojos—. Yo, que estaba acostada al lado de ella, le dije: ‘Hija, no pelees con papito’. Y así lo hizo: cerró los ojos a las 3:00 pm. Lo último que me dijo fue que me quería”, contó la madre.
Redacción Maduradas con información de El Nacional.
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