Descarga las aplicaciones para Android o iOS (iPhone/iPad). Únete al canal de Telegram.

¡TREMENDO GUISO! Chavistas compran divisas en CUBA para revenderlas en Venezuela

En una época de tarjetas de crédito y cheques bancarios, a Ricardo, dueño de un café particular en La Habana, durante sus vacaciones en Varadero, le llamó la atención un grupo de turistas venezolanos con gruesos fajos de dólares, comprando euros en el mercado negro criollo.

“En Varadero circula el euro y los cambistas ilegales lo venden un 10% más barato que la tasa oficial. En el hotel donde me alojé, varios venezolanos me contaron que ellos aprovechan la tasa de cambio preferencial del gobierno en la venta de dólares para los viajes al extranjero y viajan a Cuba. Y en el mercado ilegal de divisas adquieren euros a menor precio”, señala Ricardo.

divisas-dolar-control-de-cambio

Según un economista habanero, los rigores del desabastecimiento en Venezuela y la corrupción financiera y política han provocado un saqueo constante del erario estatal.

“La progresiva penuria es aprovechada tanto por sectores oficiales, el hampa y los contrabandistas que trafican gasolina, dinero y alimentos hacia Colombia o Aruba. Después está la corrupción imparable en instituciones del Estado chavista, con la creación de empresas de maletín y compra de alimentos a precios absurdos para obtener jugosas comisiones”, acota el economista.

En un bar al aire libre en la Habana Vieja, a tiro de piedra del puerto, una chica venezolana bebe cerveza con tres amigas cubanas. Anda en plan de fiesta.

“Quiero conocer un cubano lindo y bailar en una discoteca. Soy chavista, pero Maduro ha jodido aquello. También aprovecharé para comprar medicinas y revenderlas en Venezuela”, apunta.

¡Bienvenidos al club de los parientes pobres de América Latina! Un club en el cual Cuba, por su longeva cartilla de racionamiento, los planes faraónicos de Fidel Castro que terminaron arruinando el país y una crisis económica estacionaria de más de dos décadas, es socio permanente.

Venezuela cerca del abismo

“Los anaqueles están vacíos. La harina de arepa tienes que comprarla hasta cuatro veces más cara en el mercado informal”, apunta un estudiante venezolano de medicina. Nicolás Maduro sigue sin dar pie con bola.

Los discursos de ciencia ficción de Maduro combinan misticismos y disparates, el animador principal del extravagante socialismo del siglo XXI en el continente, utiliza la tecnología de punta para imponer un racionamiento eficaz. Se trata de un plan que controla 23 productos alimenticios esenciales en la canasta básica del venezolano.Una auténtica perogrullada.

Un nuevo eslabón burocrático que generará elevados gastos a la depauperada caja de caudales del Estado. Es la versión avanzada de la libreta de racionamiento cubana, implantada en marzo de 1962.

Si la de la isla era un cuadernillo chapucero de hojas blancas, donde se controlaba desde un panecillo de 80 gramos hasta una torta de cumpleaños, la homóloga de Venezuela es un captador biométrico de huellas, acoplado a un programa informático que supervisa a quienes compren equis cantidades de productos que un burócrata detrás de la pantalla de un ordenador, considere van destinadas al contrabando.

“Amigos cubanos me han contado que Fidel Castro prometió que la libreta de racionamiento era cuestión de meses, a lo sumo un par de años. Y que cuando la economía se estabilizara habría tanta leche y queso como Holanda y se consumiría tanta carne como en Estados Unidos. 52 años después todavía está vigente la libreta. Con esos truenos, no podemos esperar nada bueno”, dice Carlos, venezolano de visita en Cuba.

Las claves de la pobreza y carestía que atrapa al socialismo marxista y autoritario, con un Estado-Gran Hermano, que controla gran parte de la vida nacional e institucional, radican en las fallas estructurales de un sistema que no ha funcionado en ninguna nación del planeta. Ni en Rusia con su petróleo y armas atómicas.

Entre una corrupción que se dispara, violencia criminal que no cesa e inflación en aumento, Venezuela va en camino de convertirse en un Estado fallido. Nicolás Maduro sigue apostando al caballo equivocado, reseña

Top