Ricardo, un hombre de 49 años que vive junto a su esposa en el norte de Maracaibo tuvo que hacer varios esfuerzos para conservar sus alimentos y conseguir agua potable en medio del apagón nacional.
Foto: El Nacional
«Los venezolanos hemos aprendido a ir sorteando todas las cosas que se nos van presentando, pero esto ha sido bastante fuerte», contó a BBC Mundo vía telefónica, logró cargar su teléfono en su carro.
Contó que cuando se cortó el servicio eléctrico estaba en su trabajo y pensó que se trataba solo de un «bajón» de los que suelen ocurrir en el país, pero esta vez el problema ocurrió en la central hidroeléctrica del Guri, una de las más grandes de América Latina, que fue consecuencia de un «ataque cibernético», según Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación.
Sin embargo, Ricardo habita en una de las ciudades más cálidas del país, que en marzo supera una temperatura de 35 grados.
«Me empecé a preocupar por los alimentos de la nevera, así que decidimos buscar las cavas (neveras portátiles). Vamos a buscar hielo para refrigerar, dije. Ahí empezó la odisea«, explicó mientras recordaba las largas colas que tuvo que hacer para pagar por bolsas de hielo en algunos supermercados de la ciudad donde contaban con generadores eléctricos.
El corte de electricidad afecta también a los puntos de venta, los sistemas electrónicos para pagar con tarjeta, los cajeros automáticos, el servicio de internet y el suministro de agua, porque las bombas de los tanques de los edificios necesitan energía, reseñó la BBC Mundo.
Sin embargo, conseguir hielo en Maracaibo resulta más fácil si se cuenta con dinero en efectivo o dólares, explicó Miguel, un contador que también reside en la capital zuliana.
El hielo es necesario en estas situaciones para conservar alimentos e incluso algunas medicinas como la insulina, que requieren los enfermos de diábetes.
Hasta 10 dólares puede costar una bolsa de 4 kilogramos de hielo en un país donde el salario mínimo equivale a 5,45 dólares.
Ricardo logró comprar dos bolsas de hielo el viernes, pero al día siguiente no encontró. Mientras se derrite el hielo, para el día domingo ya tenía un plan familiar donde todos saldrían para intentar conseguir hielo, haciendo ofertas en dólares.
Reconoce que no sabrá qué hacer para cuando se acabe el hielo, al ser consultado sobre lo que hará, respondió: «No sé. Ni idea. Cocinar todo lo que podamos y lo que se dañe habrá que botarlo».
También señaló: «No hay esperanzas. No sabemos nada, no nos dicen nada. Cada quien se empieza a preparar por si esto se prolonga por más tiempo».
Redacción Maduradas con información de El Nacional.
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